miércoles, 18 de diciembre de 2019

De incoherencias y contradicciones

Incoherencias y contradicciones



De nuevo nos encontramos a las puertas del vodevil, que acostumbran a montar nuestros políticos, cuando se cierran las urnas y toca componer lo que se le llama ahora geometría variable. Una serie de cambalaches y mercadeos propios de un zoco, que es en lo que se ha convertido la clase política española a la hora de conformar un gobierno, sea este de un Ayuntamiento, en una Comunidad o del mismísimo Estado.

Es vergonzoso comprobar el cumulo de incoherencias y contradicciones al que son capaces de llegar, con tal de conseguir tocar pelo, que no es otra cosa que ejercer el poder que les otorga el resultado de unas votaciones. Unas elecciones a las que, curiosamente, apelan constantemente como garantes de su legitimidad política, cuando la pura realidad es que los electores, en la mayoría de los casos, votan a los partidos.
Sin ir más lejos, y tras las últimas elecciones generales, nos podemos entretener con un buen puñado de ejemplos que nos darían para confeccionar un manual al uso, que yo propondría al Colegio de Politólogos como de obligada lectura, dentro de la asignatura de ética política.
Creo, sin lugar a dudas, que nuestro actual Presidente en funciones es el que, si hubiera una competición, se llevaría la palma de oro. Y no es porque yo le tenga ningún tipo de ojeriza, es que lo lleva en los genes. No voy a cansarles con ninguna sarta de ejemplos a los que me podría referir con tan solo echar mano de la hemeroteca, que tan traicionera es algunas veces para este tipo de situaciones. Aunque sí que voy a reproducir dos ‘perlas’ que el líder del PSOE manifestó textualmente no hace mucho: no me fio de Pablo Iglesias porque no controla ni su partido” (julio 2019). Otra: “Las posiciones políticas de Podemos son totalmente incompatibles con las del PSOE en cuestiones de Estado (noviembre, 2019).
Quizá la más reciente, y que todavía es objeto de chirigotas, es su obsesión por dormir, y la intranquilidad que le producía su actual pareja de hecho (Iglesias). Todo ha sido cambiar el colchón de su cama, en La Moncloa, para que la pareja duerma feliz, y evite pegarse patadas por debajo de la mesa del Consejo. ¡Lo que hace una buena cama!
La verdad es que Pedro Sánchez se ha despachado a gusto, en muchísimas ocasiones, diciendo una cosa y, al poco tiempo, la contraria. Y sin inmutarse.  Es más, es capaz hasta de justificarlo. Y lo peor es el papelón que les hace jugar a sus acólitos, cuando tienen que responder en las interpelaciones a las que les someten los medios de comunicación. ¡Oiga! Es que hay algunos que se acuerdan hasta del día en el que se les ocurrió firmar el carnet.
Claro que, si de contradicciones hablamos, hay que reconocer que esta ‘virtud’ no es patrimonio de nadie en particular, ni mucho menos de unas siglas políticas determinadas, o de una ideología expresa. El Sr. Iglesias, por ejemplo, al comprobar lo calentito que se está en La Moncloa, ya ha avisado a sus huestes advirtiéndoles que nos encontraremos muchos límites y contradicciones, y tendremos que ceder en muchas cosas”.  Además, como adalid de la cruzada contra la corrupción y en favor del buen gobierno, ya se le han olvidado sus postulados y se ha cuidado mucho de referirse a la condena de los ERE de Andalucía. Vamos que total solo han sido 680 millones malversados y eso tampoco es que tenga tanta importancia.
Y no crean que en la oposición se quedan cortos, que también tienen sus incoherencias. Lo que les ocurre es que, como fuera del gobierno hace mucho frio, están más preocupados por buscarse un brasero, donde cobijarse, y –además- como no gobiernan, tienen menos posibilidades de equivocarse y, de igual forma, se exponen menos. Pero, no lo crean, que también tienen lo suyo.
Un ejemplo que atañe a VOX, en esta carrera por ver quién es más incoherente, es su obsesión por eliminar la descentralización del Estado, y su empecinamiento en la eliminación del Estado de las Autonomías. Una medida claramente antiliberal, cuando este partido se vanagloria de defender el liberalismo. Ellos solos se contradicen. Lo mismo les ocurre al criticar la financiación de los partidos y la subvención que reciben por parte del Estado, cuando VOX se ha embolsado 13 millones de euros en subvenciones públicas (cuatro millones más que en las elecciones de abril) y, sin embargo, yo no he leído ni escuchado nada referente a que vayan a rechazar esta ‘aportación’. Claro que no es lo mismo predicar que dar ejemplo. Y esto último no es, precisamente, lo que están haciendo.
Así mismo, en el principal partido de la oposición también cuecen habas. Su líder (Pablo Casado), recientemente ha declarado que no facilitará la presidencia al PSOE, pero sí Pactos de Estado. ¡Agárrame esos machos! ¿Y eso cómo se hace? Sobre todo, cuando todos sabemos que el concurso del PP es imprescindible para la gobernabilidad de estos, sin depender de las condiciones impuestas por los separatistas. Pero es que, en provincias, sus adjuntos también aprenden a contradecirse. Con motivo de las inundaciones de septiembre pasado, en Los Alcázares, el presidente regional López Miras nos dijo, textualmente, a los vecinos,’…no os vamos a dejar solos’. Tres meses después, la portavoz del ejecutivo manifestaba: ‘Por parte del Gobierno regional no podemos hacer más, ya que estamos ofreciendo toda la colaboración y ayudas dentro de nuestras competencias’. ¿Pero de qué ayudas hablan? ¡Tienen más cara que espaldas! ¿Alguien puede explicar cuáles son esas ayudas?, porque aquí en Los Alcázares todavía no nos hemos enterado.
Y que les voy a contar de Inés Arrimadas (la nueva lideresa de Ciudadanos), que en las últimas elecciones autonómicas nos dijo a los murcianos ‘que venía a pedirnos su voto para que no gobernase el Partido Popular’: “…veinticuatro años del PP son muchos”, fue su lema de campaña. Y ahí los tienen, tan panchos, apoyando a López Miras y sin pestañear un ápice. Eso no es una contradicción, eso es directamente una mentira.
Vamos que esto de las contradicciones parecer ser consustancial a la actividad política.
Ya lo dijo Winston Churchill (aunque yo se lo escuché al expresidente Rajoy, a propósito de las incoherencias que él mismo había cometido, tras subir los impuestos nada más llegar al poder, cuando en campaña había prometido rebajarlos): “La mejor dieta para un político es comerse sus propias palabras”.
Pues eso mismo. A ver si se enteran. Pero tengan cuidado y no se indigesten que tienen mucho que comer.
Jesús Norberto Galindo // Jesusn.galindo@hotmail.com

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