miércoles, 14 de octubre de 2020

The report (El informe)

Democracia o partitocracia

 



Hace unos días vi una película, titulada The report (El informe), basada en unos hechos reales que ocurrieron en Estados Unidos. En este film, se narra la investigación exhaustiva, sobre el uso de la tortura contra unos presuntos terroristas, que se realizó por parte de la CIA tras los atentados del 11S.

La cinta en cuestión no es que sea un dechado de virtudes cinematográficas, pero para los que nos gusta este género de películas (que relatan hechos reales) se puede considerar entretenida y bien construida, si bien no es mi intención entrar a valorar los argumentos cinéfilos propios de esta producción.

Si he traído a colación este ejemplo es porque la trama de esta historia está basada, principalmente, en dos conceptos fundamentales: la independencia de los políticos en el ejercicio de esta actividad y la división de poderes como seña de identidad de los regímenes democráticos. Y en ambos casos incide, de lleno, en dos de los principales problemas de los que adolece nuestra joven democracia, en España.

Para una mayor comprensión, les pondré en antecedentes. Una senadora demócrata, estadounidense (Dianne Feinstein), presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, trata de esclarecer determinados hechos acaecidos como consecuencia de las detenciones practicadas a continuación del atentado de las Torres Gemelas, en Nueva York, en 2001. La Casa Blanca trata de encubrir los hechos (que inculpan directamente a la CIA), torpedea la investigación y se niega a hacer público el informe elaborado por los investigadores. Pero la senadora, con la colaboración del agente del FBI (Daniel Jones), no se doblega y resiste todas las presiones políticas, a pesar de los múltiples chantajes y amenazas que recibe por parte del poder establecido. Al final, el informe es publicado y los americanos tuvieron constancia de lo que había ocurrido, sin que -por ello- se hiciera peligrar la seguridad del país.

Si analizamos el fondo de la cuestión, nos daremos cuenta de algo que contrasta visiblemente con la forma de actuar de la mayoría de los políticos en España; quienes no son capaces de sostener, mínimamente, el principio de independencia y son meros marionetas en manos de los que les han nombrado. En nuestro país, un político (sea diputado, senador, concejal o…) sabe que debe su puesto al partido que le ha incluido en las listas (cerradas y bloqueadas), si bien nuestro ordenamiento jurídico impone que el acta de nombramiento es “personal”; tratando de darle, al titular de este cargo, la máxima libertad para que desarrolle su actividad y sin interferencias externas. Algo que la mayoría de la clase política no ejerce, doblegándose a las exigencias y a las directrices que emanan de sus respectivos partidos.

En España hemos confundido democracia con partitocracia y nuestros políticos son incapaces de soltarse el yugo que les han impuesto sus partidos y han acabado abdicando de sus ideas y de sus responsabilidades con sus electores, para pasar a ser miembros de un rebaño cuyo pastor no siempre actúa con la diligencia y buena fe que a todo ser se le supone.

El otro concepto al que me he referido anteriormente es el de la división de poderes. Los hechos referidos demuestran cómo, desde el gobierno de EEUU, se intenta inmiscuir en las competencias del poder legislativo (Senado), y cómo una senadora impide esa manipulación, a pesar de los innumerables resortes políticos, técnicos y de guerra sucia de los que un organismo como la CIA dispone.

En Estados Unidos, una senadora y un agente del FBI, se jugaron, materialmente, su futuro político y profesional con tal de alumbrar una trama de torturas, amparada en el ‘Programa de Detención e Interrogación de la CIA’, a través de unas “técnicas de interrogación mejoradas”, anteponiendo su integridad y honradez a la disciplina de partido.

Aquí en España eso es materialmente imposible, ya que el gobierno controla el poder legislativo a través de la inmunidad de rebaño que supone pertenecer al grupo parlamentario en el poder y si le faltan algunos votos tiramos de chequera, que siempre hay algunos fáciles de contentar con un par de doblones…

Además, como los gobiernos son insaciables, ahora el tándem Sánchez-Iglesias quiere hacer un asalto al poder judicial por la puerta de atrás. No contentos con tener el poder ejecutivo y el legislativo en su mano, acaban de presentar una propuesta para dinamitar la independencia del poder judicial y hacerse con el control del órgano de gobierno de los jueces.

Desconsuelo es lo que me produce cuando analizo el comportamiento de nuestros gobernantes, y envidia sana cuando los comparo con los de otros países con regímenes democráticos más consolidados. Claro que estoy refiriéndome a una democracia, como es Estados Unidos, mientras que en España rige una partitocracia.

Jesús Norberto Galindo // Jesusn.galindo@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario