jueves, 6 de junio de 2019

Otra forma de reciclar

Otra forma de reciclar



Tras el artículo que recientemente publiqué, titulado “Reciclar es cosa de ricos”, recibí diversos comentarios. Algunos de ellos muy certeros; y entre estos, el de un buen amigo, con el que he compartido una buena parte de mis obligaciones profesionales, y al que respeto profundamente, por llevar más tiempo que yo en estas lides, y, sobre todo, porque me ha hecho profundizar en este tema, permitiéndome obtener una visión distinta y distante de la que, habitualmente, percibimos.
Resulta que, en Europa, la recogida, transporte, almacenamiento y el reciclado de los residuos de los contenedores de reciclaje lo gestionan unas sociedades denominadas Sistemas Integrados de Gestión de Residuos (SIGs). Unas entidades creadas por las mismas empresas vinculadas con el envasado de usar y tirar, como veremos más adelante. Y unas empresas que, a través de las sociedades creadas ad hoc, están ejerciendo, de facto, el monopolio sobre la gestión y el reciclado de estos residuos.
Aquí, en España, por ejemplo, dos de esos SIGs, más conocidos, serían Ecoembes y Ecovidrio. La compañía que gestiona Ecoembes, es una organización sin ánimo de lucro, que en el año 2016 casi alcanzó la cifra de 500 millones de euros en su facturación, gracias a que contó con un importante número de convenios públicos, la mayoría de ellos suscritos con Ayuntamientos y Comunidades Autónomas.
En el accionariado de Ecoembes, participan, entre otras empresas, Bimbo, Danone, Campofrío, Codorniú, Colgate, Freixenet, Gallina Blancal'Oreal, Nestlé, y PepsiCo.            Este dato está sacado de la memoria, del año 2015, de esta compañía, y confirma, como decía anteriormente, la vinculación del accionariado con las empresas de envasado, del sector del comercio y distribución, y de materias primas de los envases.
Por eso, en algunos foros donde se analizan y debaten este tipo de cuestiones medioambientales, sorprende sobremanera que el negocio de los SIGs dependa de que, cada vez más, en el mercado se pongan en circulación un mayor número de envases. Según un reciente análisis publicado, el modelo de negocio de la mayoría de estas entidades está más claro que el agua: ‘cuantos más envases de usar y tirar se consuman, más ingresos obtienen estas empresas’.
Esto, dicho así, sin más, podría parecer que es una crítica a la labor que hacen estas organizaciones. Y, algunos, se podrían extrañar de que, tras mi defensa a ultranza de la concienciación medioambiental a la que aludía en mi anterior artículo, ahora me dedicara a tirarme piedras sobre mi propio tejado. Pero, en realidad, no es así, y lo que quiero transmitir es que hay otra forma de reciclar.
Existe el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR). Un procedimiento por el que, al comprar tu producto envasado, pagas unos céntimos de más y, cuando retornas el envase, la tienda te devuelve el dinero. No has generado ningún residuo y el establecimiento podrá reutilizar tu recipiente a través de una organización que permite su reutilización, en muchos casos, o su reciclaje, en otros. Al parecer, este sistema es más eficiente, en sus resultados, que el implantado en España.
Este método de reciclaje, conocido como sistema de retorno, es una realidad en países como Alemania, Noruega, Finlandia, Países Bajos, Suecia o Israel. En España, sin embargo, no hemos querido implementarlo. Solamente Baleares, Navarra y Valencia tienen alguna normativa que está permitiendo ensayar este proceso.
Miquel Roset, director de Retorna, una organización que defiende el sistema DDR, alude a la mayor implantación que este sistema tiene en la mayoría de países europeos, donde las cifras de recogida y reciclaje son mucho más altas que las nuestras, y añade: “En las encuestas que se han hecho en España, en los últimos 40 años, existe un consenso del 85% por parte de los ciudadanos, que ven con buenos ojos implantar esta práctica”A todo esto, tanto Ecoembes como su homóloga del vidrio, Ecovidrio, se oponen al sistema de retorno de envases (SDDR), defendido por diversos grupos ecologistas (según Europa Press 27/10/2016).
Por su parte, Alodia Pérez, responsable de Recursos Naturales de Amigos de la Tierra, refiriéndose a las SIGs, manifestaba: ‘Quieren vender su marca como algo que no es…’, ‘…quieren que el colectivo ciudadano piense en estas sociedades como entidades medioambientales que velan por el medio ambiente, cuando en realidad son estructuras jurídicas, obligadas por ley, por la que los envasadores tienen que gestionar los envases y pagarlos’. El término en inglés para hablar de esta práctica es greenwashing, que, en castellano significa lavado de imagen verde.
El asesor de gestión ambiental y bloguero en Productos de Sostenibilidad, Alberto Vizcaíno va más allá, y apunta que estas entidades ‘son en realidad un instrumento financiero de la industria del envase de usar y tirar, que están trasladando a nuestras calles el problema ambiental de los envases de un solo uso…, y a la salud de todas las personas, con el impacto que generan los micro plásticos y otros contaminantes’.
La Ley 11/1997, de envases y residuos, obliga a las empresas envasadoras a recuperar sus envases, una vez convertidos en residuos, para darles un correcto tratamiento medioambiental. Para ello, las empresas envasadoras pueden establecer un sistema de depósito, devolución y retorno (cobrando al cliente por el envase un importe en concepto de depósito), o pueden adherirse a un Sistema Integrado de Gestión, el cual se encargará de la recuperación conjuntamente con las administraciones local y autonómica.
Está claro que en España se ha optado por el segundo supuesto, pudiéndose concluir que, de manera indirecta, los SIGs podrían fomentar que cada vez haya más plásticos, y aunque tratan una parte de ellos, el grueso sigue acabando en el mar.
En el tema del reciclaje, como en el del cambio climático, estamos en el punto de no retorno. O nos sensibilizamos y mejoramos nuestro entorno, o, probablemente, produciremos una situación irreversible de la que, en un futuro no muy lejano, será imposible salir.
Mientras tanto lo que está claro, es que hay otra forma de reciclar.
Jesús Norberto Galindo // Jesusn.galindo@hotmail.com

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