jueves, 20 de junio de 2019

¡Viva Cartagena!

¡Viva Cartagena!



Los acontecimientos acaecidos en Cartagena con motivo de la elección de alcaldesa, para esta nueva legislatura, me animan a dedicarle la crónica de esta semana, con la sensación de que, en dicho Ayuntamiento, se ha inaugurado un periodo de sesiones que va a ser muy entretenido y nos va a sacudir la modorra que, la diaria rutina, nos embarga en muchas ocasiones.



Si bien al día siguiente de las votaciones municipales ya se vislumbró la posibilidad de un pacto como el que ha cuajado, nadie le daba credibilidad; sobre todo, a raíz de la reacción del Secretario General de los socialistas murcianos (Diego Conesa), quien, en pocas horas, se aprestó a descalificar esa posibilidad, y a cerrar cualquier otro resquicio que incluyera un pacto con el PP.

Veinte días han transcurrido, donde nada se ha filtrado, ni, aparentemente, se había negociado (para que luego digan que nuestros políticos son unos bocazas); y, mira por dónde, resulta que, nuestros representantes cartageneros electos, estaban jugando al escondite y, al parecer, ni los suyos lo conocían. Así que, el día de la constitución de los consistorios, el Ayuntamiento de Cartagena se convirtió en un escenario más propio de una película de suspense, donde la realidad superaba a la ficción. Y los “aparatos” de los partidos (al menos de algunos) se enteraron que, en esta boda, pintaban menos que una brocha sin pelo.

A partir de las doce del mediodía, las redes sociales echaban humo por los cuatro costados, y los medios de comunicación no daban abasto a emitir una información, al principio algo confusa pero que, poco a poco, se fue clarificando, y poniendo negro sobre blanco, mientras, en la sede del PSOE, en Murcia, no daban crédito a lo que ya se había plasmado en el Acta de la sesión. Desde Cartagena, muchos simpatizantes enviaban recaditos a Diego Conesa y le decían que ‘los murcianos no nos vais a decir lo que tenemos que hacer en Cartagena’. Entre tanto, los más fieles guardianes de la ortodoxia partitocrática, que impregna la medula de los partidos, ya habían comenzado a rasgarse las vestiduras y a pedirle a Ana Belén que renunciara a su acta de concejal.

Por su parte, José López, candidato de Movimiento Ciudadano, y que se había visto coronado como Virrey de Cartagena, se quedaba sin corona ni trono, ni nada. Noqueado, en principio, por lo inesperado de la situación, y blandiendo un tono, entre el desconcierto y la rabia contenida, pero esgrimiendo una cierta mesura, impropia de su estilo, aceptaba el resultado, si bien por poco tiempo.
Veinticuatro horas después, en la plaza del Ayuntamiento, el ya concejal, y malogrado alcalde, arengaba a sus seguidores, convocados por nadie sabe quién, y les descubría su particular teoría de la conspiración, intentando demostrar la ilegitimidad de la tercera fuerza política para asumir el bastón de mando de la alcaldía. José López olvidaba que, en 2015, él fue alcalde con tan solo cinco ediles, y siendo la tercera fuerza política en votos. Eso sí, merced al chalaneo que, entonces, propició con el Partido Socialista, en base al famoso “pacto de la servilleta”, y a quien ahora denigra por hacer lo propio, pero con otro partido.

De nuevo, Cartagena es foco de atención mediático a nivel nacional, y no precisamente por sus numerosas virtudes (que las tiene) sino por los exabruptos de su ex, que, de nuevo, nos han hecho conseguir ser ‘trending topic’ en las Redes Sociales. Cartagena no se merece una legislatura de sobresaltos, donde se esté cuestionando la seriedad y eficacia de sus gobernantes, y donde seamos noticia merced a las ocurrencias y salidas de tono a las que se nos tiene habituados, como ya ha ocurrido en la anterior etapa.

Por otra parte, los políticos que representan a los partidos mayoritarios, tienen que tener altura de miras, y ver más allá de sus narices y de los intereses partidistas, que son los que, habitualmente, les mueven a tomar sus decisiones. Sin tener en cuenta, en muchos casos, lo que conviene a la ciudadanía, o lo que es mejor para el terruño que dicen representar. Por ejemplo: ¿Qué es menos malo, que gobierne Movimiento Ciudadano, y estar un día sí y otro también, en un sinvivir permanente, esperando la ocurrencia más estrafalaria y enterarnos por el telediario? ¿o propiciar una legislatura sosegada y consensuar aquellos proyectos que sean factibles, dentro de la normalidad política, propia de una sociedad madura y desarrollada?  Pues miren Vds., yo prefiero la segunda opción, por una cuestión de higiene política.

El secretario de los socialistas murcianos, refiriéndose a la alcaldesa de Cartagena ha dicho “es un acto de deslealtad personal”. Al parecer la van a cesar en sus responsabilidades políticas locales y van a nombrar una Gestora. Veremos lo que aguanta la actual regidora, porque las presiones van a ser muy intensas, si bien, espero que no se deje influenciar por las descalificaciones e insultos que le están lloviendo desde algunos de sus correligionarios más cerriles. Pues como decía Winston Churchill, “los enemigos los tenemos dentro”.

A punto de rematar este artículo me llega la noticia de que Belén Castejón ha dimitido de todos los cargos orgánicos que ocupaba en el PSOE, pero sigue de alcaldesa de Cartagena. Por lo que parece, está aguantando el envite.

A Belén Castejón no la conozco personalmente, pero fue al Instituto con uno de mis hijos, quien me ha referido, en relación a su perfil personal, que tiene las ideas muy claras, y que los tiene bien puestos. Por lo que se ve, reaños no le han faltado para tomar este tipo de decisiones. Qué lástima que los politicastros de medio pelo, que velan por la pureza de la ideología partidista, no estén a la altura de lo que se les exige.

Una vez más el divorcio entre la ortodoxia política y las necesidades reales de los ciudadanos, ha puesto de manifiesto lo alejados que están algunos partidos políticos de su condición de servicio público a la que tanto aluden de forma hipócrita.

Como punto y final, me atrevo a traer aquí una frase que tuvo su máximo sentido, y se hizo popular, durante la sublevación cantonal del año 1873, y cuyo enunciado literal fue ¡Viva Cartagena!

Jesús Norberto Galindo // Jesusn.galindo@hotmail.com


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