miércoles, 6 de febrero de 2019

Desunidos sí Podemos

Desunidos sí Podemos



Esta parece ser la fórmula que, finalmente, se ha adoptado desde la izquierda extrema, en nuestro país, y en la que, parece, se van a fundamentar para hacer frente a las próximas citas electorales que nos aguardan para el mes de mayo.


A pesar de que, en los últimos días, desde Podemos (la formación política que abarca este conglomerado de siglas, tendencias, mareas, confluencias y no sé cuántas cosas más) se está intentando dar una aparente sensación de unidad, nada más lejos de la realidad. Sobre todo, si constatamos el grado de descomposición, y la desafección de los simpatizantes y seguidores de este colectivo, quienes ya no ocultan su desencanto por la deriva identitaria del movimiento que surgió del 15 M, y cuyos actuales dirigentes lo han abocado al fracaso, con peligro de desaparición.

Una buena parte de los votantes de la formación morada, que para nada son extremistas, aunque hayan prestado su apoyo a este colectivo, no acaban de entender algunas cuestiones como las que, a continuación, expongo.

No entienden el posicionamiento de los dirigentes de Podemos, que tras las siglas de “En Común” (es que ya me pierdo) están apoyando, de una forma indubitada, el proceso secesionista en Cataluña, dando aliento y justificando el derecho de autodeterminación que, prácticamente, ningún país del mundo lo contempla. Una forma extraña de servir a un país (España), para el que proponen y defienden la posibilidad de romperlo y trocearlo en diferentes reinos de taifas, aunque ellos los denominen Repúblicas.

Tampoco se concibe la posición que están teniendo en el proceso de descomposición que se está viviendo en Venezuela. Donde apoyan un régimen dictatorial, corrupto y que está masacrando vilmente a la población civil, sumiéndola en una pobreza radical y alentando el éxodo y el exilio de millones de venezolanos que no tienen otra opción que huir de su patria, por obra y gracia de un tirano llamado Maduro. Por cierto, que, en una reciente resolución del Parlamento Europeo sobre la situación de crisis en Venezuela, los eurodiputados de IU y de Podemos no la han apoyado, al igual que han hecho los representantes de los gobiernos de extrema derecha de Italia, Austria y Rumanía. Lo que demuestra, una vez más, que los extremos, en política, se juntan.

Otra razón, por gastada que parezca, está referida a la gran incongruencia que supone la construcción del chalet de la familia Iglesias, en Galapagar.  Una noticia que ya está amortizada, pero que una buena parte de las bases podemitas no acaban de entender. Desde ese casoplón, convertido en fortaleza inexpugnable (por más que les reconozco su derecho a tener una vivienda digna), se transmite, por los cuatro costados, un cierto olor a nuevos ricos, propio de una casta de la que, hasta ahora, ellos mismos habían renegado.

Como incongruencia lo es también, la justificación que el Sr. Echenique hace en relación con la fraudulenta contratación de un asistente social, que tenía empleado de forma irregular, y que, en lugar de reconocerlo y quedar medianamente bien, se dedica a echar balones fuera y tratar de desviar la atención hacia la Administración. Cuando ha sido pillado “in fraganti” y con el carrito de la compra lleno.
Aunque Pablo Iglesias sigue gozando de un cierto halo de líder indiscutible e indiscutido dentro de su partido, sin embargo, sus formas autoritarias y el cesarismo del que ha hecho gala, le han pasado factura. Tan solo hay que ver las encuestas de popularidad de los líderes de las distintas formaciones políticas, donde se constata, de forma progresiva, su cotización a la baja. Esta forma de comportamiento y las purgas “inducidas” a las que han ido sometiendo a los distintos disidentes de la línea oficialista (sirva como ejemplo el de Carolina Bescansa, entre otros muchos), han fraccionado las bases de muchas de las agrupaciones territoriales, llegando a configurarse tendencias y corrientes, que en nada favorecen la unidad de la que ahora quieren presumir.

Buena muestra de ello lo podemos comprobar en Cataluña y en Cantabria. Donde, en tan solo cuatro años, han pasado cuatro Secretarios Generales, y en esta última Comunidad, el último proceso de primarias está impugnado y en los juzgados.

Un dirigente del partido en La Rioja, recientemente, criticaba la actuación de la dirección nacional. Reclamaba participar, de manera constructiva desde cada uno de los territorios, y contribuir a poner orden “… en un momento en el que comprobamos que se está purgando a todos los que disienten de las directrices de una verdad única constituida en un partido, que ahora es más vertical que horizontal”.

De los seis fundadores de Podemos, tan solo queda uno. En la foto que se reproduce en este artículo, se representa lo que se podría considerar como el núcleo fundador de la formación morada. Fue hecha en la primera asamblea ciudadana, que se celebró en Vistalegre, en octubre de 2014. Y el hecho de que, a tan solo cuatro años y medio de este alumbramiento, la casi totalidad de los fundadores hayan abandonado el barco, da una idea del grado de descomposición en el que se encuentra el proyecto y la desafección que esto produce entre la militancia.

La fusión con IU, y el intento de fagocitación de esta formación política, también ha generado algún que otro contratiempo en algunas de las agrupaciones territoriales, donde la formación de Alberto Garzón (cada vez más desprestigiado) no ha aceptado el grado de sumisión al que se les quería someter, y se han salido del tiesto.

Y por si faltaba algo, ahora tenemos el caso “Errejón”, en Madrid, y la revolución que se ha montado al conocerse su “idilio” con Carmena. Un problema, muy mal planteado, y peor resuelto por el Consejo Ciudadano de Podemos, que no ha sabido dar la respuesta adecuada, y ha cerrado en falso una herida que va a tardar mucho tiempo en cicatrizar.

El grado de división que estos acontecimientos está produciendo en esta facción de la izquierda, es más que preocupante a la hora de conformar bloques de compromiso, en un colectivo, ya de por sí bastante fragmentado desde su composición inicial, y de cara a enfrentarse a unas próximas citas electorales. Esto podría justificar los pésimos resultados que, en las últimas encuestas de intención de voto efectuadas por diversas empresas demoscópicas (excepción hecha –claro está- del CIS del Sr. Tezanos), se le atribuyen a este segmento social, en nuestro país.

Para acabar con un cierto gracejo, y como en este país a todo le sacamos una muletilla, aquí traigo una que le podría venir al pelo y que pongo en boca de un simpatizante apócrifo: ya que Unidos no Podemos, a lo mejor desunidos si podemos.

Jesús Norberto Galindo // Jesusn.galindo@hotmail.com

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