En favor del nuevo Aeropuerto
Tras
las fiestas navideñas y la entrada del nuevo año me encuentro un poco apático,
y percibo que no tengo la misma facilidad para escribir que antes. Debe ser que
tengo un añico más, y eso dicen que afecta a las neuronas. Me siento ante el
ordenador para ver si me viene la inspiración y, justo en ese mismo momento,
oigo el rugir de los motores de un avión de pasajeros, que se encuentra haciendo
la maniobra de aproximación para su aterrizaje en San Javier.
Cuando
este artículo vea la luz, se habrá operado el traslado total de las
instalaciones, y Corvera será la
nueva denominación del Aeropuerto de Murcia, a la espera de que los políticos
de turno dejen de hacerse friegas mentales (ya sé que se dice otra cosa), y
accedan a bautizar esta instalación con el nombre de nuestro afamado inventor Juan de la Cierva y Codorniú, como Vds.
saben, murciano de nacimiento, e inventor del autogiro.
Han
sido muchos años de escuchar los atronadores ruidos que los aviones producen al
aterrizar, pero los voy a echar de menos. La Academia General del Aire se funda en el año 1943, ocupando las
instalaciones de una Base Aero Naval que había sido construida anteriormente en
Santiago de La Ribera (San Javier).
No obstante, es en el año 1968 cuando aterriza el primer vuelo civil procedente
de Madrid. Inaugurando así una etapa que ha durado algo más de cincuenta años. Cinco
lustros donde la pista de aterrizaje y la torre de control han servido
conjuntamente los intereses y necesidades del tráfico civil de pasajeros, y las
labores propias de una Academia del Aire que instruye y profesionaliza a
nuestros pilotos militares.
Sin embargo,
la necesidad, por parte de las compañías de transporte de pasajeros, de una
mayor liberalización en los procedimientos y en las “ventanas” horarias que
precisaban para prestar un mejor servicio, chocaron con las restricciones
impuestas por la institución militar que –en ocasiones- no pudo acceder a facilitar
determinadas exigencias técnicas y logísticas demandadas por las compañías de
transporte.
Estas
circunstancias fueron la principal causa de la dificultosa rentabilidad de
algunas operaciones comerciales, y restó capacidad de desarrollo, a estas
instalaciones, para el tráfico civil. Y eso mismo fue lo que, en un principio,
propició la toma en consideración de una nueva ubicación para las instalaciones
aeroportuarias de pasajeros. Aunque, posteriormente, a esta determinación,
meramente técnica, se le unieron una serie de argucias debidamente alimentadas
con rifirrafes políticos de la más baja calaña. Unos enfrentamientos que no
obedecían a criterios técnicos. Y que, más bien, eran fruto de ciertas disputas
partidistas en el seno del PP, que
mantuvieron el proyecto en un limbo del que nadie sabía cómo salir.
Cuando,
más arriba, decía que voy a echar en falta la molestia que ocasionaban los
grandes aviones de pasajeros al aterrizar, alguno se podrá pensar que soy
masoquista. Pero la realidad es que siento como si se llevaran un trozo de
nuestra historia, y buena parte de la idiosincrasia de una comarca. Yo ya
estaba acostumbrado al sonido de los reactores (la Patrulla Águila tiene su base en la AGA). Los municipios de San
Javier y Los Alcázares han
estado vinculados a la aviación española, desde principios del siglo pasado. Los Alcázares, desde el año 1915, año
de la fundación de la Base Aérea y
primera Base de Hidroaviones de
España. Y San Javier lo fue algo
posterior (sobre 1924), año en el que comenzaron a construirse las
instalaciones de una Base Naval en Santiago
de la Ribera.
Es
cierto que nuestra vinculación está circunscrita a la aviación militar. Sobre
todo, cuando podemos enorgullecernos del lugar en el que la historia nos ubicó,
en la década de los años veinte del siglo pasado. Y en especial, en el
protagonismo que la Base Aérea de Los Alcázares tuvo en algunas gestas
protagonizadas por aviadores españoles, entre las que destaca la travesía del
Atlántico, realizada en 1929 en un hidroavión Dornier Wal, y en la que participó el Comandante Ramón Franco.
No
obstante, y a pesar de la morriña que me pueda producir, reconozco que la
Región de Murcia precisaba una infraestructura de transporte aéreo con
posibilidades de expansión y de cubrir las necesidades que el turismo
extranjero demanda. Eso es algo que siempre he defendido y a lo que me he
aferrado, aunque no siempre haya triunfado en mi defensa dialéctica de esa
necesidad.
Reconozco
que ha habido (y continúa habiendo) cierta polémica por la construcción del
nuevo Aeropuerto. Mi postura siempre
se ha sustentado en criterios eminentemente técnicos, y los he manifestado en
múltiples ocasiones, sobre todo a lo largo de mi vida profesional en activo. Si
la Región de Murcia quiere
participar en la mesa donde se reparte la tarta del turismo, lo tiene que hacer
en similares escenarios y con –al menos- las mismas condiciones y servicios que
prestan nuestros vecinos y destinos ya consolidados. Y para ello tenemos que
ofrecer a los grandes operadores turísticos las condiciones más favorables para
que, el transporte de pasajeros, cada vez más competitivo, pueda tener en
nuestra Región un nodo de comunicación que posibilite un transfer, desde el Aeropuerto al destino, de no más de una
hora. Y eso, desde Alicante, no es
posible.
Entiendo,
por otra parte, que haya ciudadanos que no estén de acuerdo con la nueva
instalación aeroportuaria. Razones medio ambientales, de economía, o de
ubicación, pueden conducir a que algunos cuestionen este proyecto. Cuestión esta,
que respeto profundamente. Pero, sin embargo, lo que hemos visto a lo largo de
los casi dieciséis años de tramitación del mismo, es que, la mayoría de esas
otras razones esgrimidas eran más una oposición por cuestiones de oportunidad
política, pero sin ninguna base técnica ni profesional. Y, sobre todo, sin
tener en cuenta las directrices de desarrollo socio económico que, en su día,
se aprobaron y que impulsaban a que la Región de Murcia apostara firmemente por
el sector servicios como uno de sus ejes prioritarios de desarrollo.
Atrás
han quedado años en los que se han vertido innumerables ríos de tinta alrededor
de este tema. En muchas ocasiones lanzando falsas noticias y bulos que convenía
propagar de manera interesada. Siempre por motivos ajenos a los intereses
generales, que tan manidamente se esgrimen cuando no se tienen otros
argumentos.
Por
eso, hoy me siento contento de haber comprobado cómo se ha hecho realidad una
aspiración que va a suponer un indudable apoyo para el desarrollo económico de nuestra
Comunidad. Por eso mismo, me congratulo de que a la Región de Murcia se le haya
abierto una nueva puerta hacia una proyección social y económica, a nivel
nacional e internacional Y por eso, es por lo que estoy a favor del nuevo Aeropuerto.
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