Desunidos sí Podemos
Esta parece ser la fórmula que, finalmente, se ha adoptado
desde la izquierda extrema, en nuestro país, y en la que, parece, se van a fundamentar
para hacer frente a las próximas citas electorales que nos aguardan para el mes
de mayo.
Una buena parte de los votantes de la formación morada, que
para nada son extremistas, aunque hayan prestado su apoyo a este colectivo, no
acaban de entender algunas cuestiones como las que, a continuación, expongo.
No entienden el posicionamiento de los dirigentes de Podemos, que tras las siglas de “En Común” (es que ya me pierdo) están
apoyando, de una forma indubitada, el proceso secesionista en Cataluña, dando aliento y justificando
el derecho de autodeterminación que, prácticamente, ningún país del mundo lo
contempla. Una forma extraña de servir a un país (España), para el que proponen y defienden la posibilidad de
romperlo y trocearlo en diferentes reinos
de taifas, aunque ellos los denominen Repúblicas.
Tampoco se concibe la posición que están teniendo en el
proceso de descomposición que se está viviendo en Venezuela. Donde apoyan un régimen dictatorial, corrupto y que está
masacrando vilmente a la población civil, sumiéndola en una pobreza radical y
alentando el éxodo y el exilio de millones de venezolanos que no tienen otra
opción que huir de su patria, por obra y gracia de un tirano llamado Maduro. Por cierto, que, en una
reciente resolución del Parlamento
Europeo sobre la situación de crisis en Venezuela, los eurodiputados de IU y de Podemos no la
han apoyado, al igual que han hecho los representantes de los gobiernos de
extrema derecha de Italia, Austria y Rumanía. Lo que demuestra, una vez más, que los extremos, en
política, se juntan.
Otra razón, por gastada que parezca, está referida a la gran
incongruencia que supone la construcción del chalet de la familia Iglesias, en Galapagar. Una noticia que ya está amortizada, pero que
una buena parte de las bases podemitas
no acaban de entender. Desde ese casoplón, convertido en fortaleza
inexpugnable (por más que les reconozco su derecho a tener una vivienda digna),
se transmite, por los cuatro costados, un cierto olor a nuevos ricos, propio de
una casta de la que, hasta ahora, ellos mismos habían renegado.
Como incongruencia lo es también, la justificación que el Sr. Echenique hace en relación con la
fraudulenta contratación de un asistente social, que tenía empleado de forma
irregular, y que, en lugar de reconocerlo y quedar medianamente bien, se dedica
a echar balones fuera y tratar de desviar la atención hacia la Administración.
Cuando ha sido pillado “in fraganti” y con el
carrito de la compra lleno.
Aunque Pablo Iglesias sigue gozando de un
cierto halo de líder indiscutible e indiscutido dentro de su partido, sin
embargo, sus formas autoritarias y el cesarismo del que ha hecho gala, le han
pasado factura. Tan solo hay que ver las encuestas de popularidad de los
líderes de las distintas formaciones políticas, donde se constata, de forma
progresiva, su cotización a la baja. Esta forma de comportamiento y las purgas
“inducidas” a las que han ido sometiendo a los distintos disidentes de la línea
oficialista (sirva como ejemplo el de Carolina
Bescansa, entre otros muchos), han fraccionado las bases de muchas de las
agrupaciones territoriales, llegando a configurarse tendencias y corrientes,
que en nada favorecen la unidad de la que ahora quieren presumir.
Buena
muestra de ello lo podemos comprobar en Cataluña
y en Cantabria. Donde, en tan solo
cuatro años, han pasado cuatro Secretarios Generales, y en esta última
Comunidad, el último proceso de primarias está impugnado y en los juzgados.
Un dirigente del partido en La Rioja, recientemente, criticaba la actuación de la dirección
nacional. Reclamaba participar, de manera constructiva desde cada uno de los
territorios, y contribuir a poner orden “…
en un momento en el que comprobamos que se está purgando a todos los que
disienten de las directrices de una verdad única constituida en un partido, que
ahora es más vertical que horizontal”.
De los
seis fundadores de Podemos, tan solo
queda uno. En la
foto que se reproduce en este artículo, se representa lo que se podría
considerar como el núcleo fundador de la formación morada. Fue hecha en
la primera asamblea ciudadana, que se celebró en Vistalegre, en octubre de 2014. Y el
hecho de que, a tan solo cuatro años y medio de este alumbramiento, la casi
totalidad de los fundadores hayan abandonado el barco, da una idea del grado de
descomposición en el que se encuentra el proyecto y la desafección que esto
produce entre la militancia.
La
fusión con IU, y el intento de
fagocitación de esta formación política, también ha generado algún que otro
contratiempo en algunas de las agrupaciones territoriales, donde la formación
de Alberto Garzón (cada vez más
desprestigiado) no ha aceptado el grado de sumisión al que se les quería
someter, y se han salido del tiesto.
Y por
si faltaba algo, ahora tenemos el caso “Errejón”,
en Madrid, y la revolución que se ha montado al conocerse su “idilio” con Carmena. Un problema, muy mal planteado, y peor resuelto por el Consejo Ciudadano de Podemos, que no ha
sabido dar la respuesta adecuada, y ha cerrado en falso una herida que va a
tardar mucho tiempo en cicatrizar.
El
grado de división que estos acontecimientos está produciendo en esta facción de
la izquierda, es más que preocupante a la hora de conformar bloques de
compromiso, en un colectivo, ya de por sí bastante fragmentado desde su
composición inicial, y de cara a enfrentarse a unas próximas citas electorales.
Esto podría justificar los pésimos resultados que, en las últimas encuestas de
intención de voto efectuadas por diversas empresas demoscópicas (excepción
hecha –claro está- del CIS del Sr.
Tezanos),
se le atribuyen a este segmento social, en nuestro país.
Para
acabar con un cierto gracejo, y como en este país a todo le sacamos una
muletilla, aquí traigo una que le podría venir al pelo y que pongo en boca de
un simpatizante apócrifo: ya que Unidos
no Podemos, a lo mejor desunidos si podemos.
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