No todo vale
El gobierno de Pedro Sánchez se ha visto obligado a
recular, tras el bochornoso espectáculo que ha supuesto el fallido proceso
negociador con los independentistas. Mientras, algunos de sus ministros y
ministras, encabezados (o encabezonados, no sé) por la Sra. Carmen Calvo, nos han brindado una penosa actuación, digna de
una tragicomedia propia del teatro de lo
absurdo, y víctimas, sin duda, del papelón que les han obligado a
representar.
Pero la pobre
no tuvo bastante con un sapo y se tuvo que tragar dos. Al día siguiente, tuvo
que salir de nuevo, en rueda de prensa, tras un Consejo de Ministros y
Ministras, bastante movidito, por cierto, a anunciar la ruptura de las
negociaciones. Y aquí viene lo mejor; cito textualmente: “en base a que los independentistas quieren hablar del derecho de
autodeterminación y del referéndum”. Otra guinda: Adriana Lastra, del PSOE,
achaca el fracaso a que “…los
independentistas anteponen el interés propio al interés general de todos los
españoles”. ¡Toma ya! como si estos dos argumentos no los conociéramos
desde el minuto uno del procés.
¿Pero es que el
gobierno se entera ahora de lo que piden los secesionistas? Quiero pensar que
no todos, pero, algunos de los miembros de este gobierno, o están sordos, o
tienen algún problema que les produce un efecto retardado en su proceso de
comprensión, o se están quedando con nosotros.
De todas
formas, esto no ha terminado aquí. Pedro Sánchez, como buen negociador que
es (me dicen que alguna clase le dio Zapatero),
no quiere cerrar ninguna puerta. Y a la petición de 21 medidas que le hizo el
gobierno de la Generalitat, y que ha tenido guardado bajo siete candados hasta
que el Sr. Torra le ha dado la gana
de publicarlo, contesta con un memorando en donde sigue ofreciéndoles una mesa de partidos catalanes. Pero, además,
a nivel nacional (alguien tendrá que
explicar esto como se come), y con representación de Podemos y el PNV (como
pide Torra), más el famoso relator,
que el Sr. Sánchez no lo ha
descartado. Parece comprensible, por otra parte, ya que le ha costado tanto que
entendamos la descripción y utilidad de esta figura, que ahora no lo va a desperdiciar.
Por lo que
apreciamos, el líder del PSOE prefiere
usar aquella expresión, usada por los hidalgos en el Siglo de Oro, que decía: sostenella
y no enmendalla. Y sigue erre que erre, a pesar de que todo lo que está
planteando está viciado de origen, dado que el planteamiento de una mesa de
partidos donde aquellas fuerzas políticas que representan a más de la mitad de
la población española no van a estar presentes, no tiene legitimidad alguna. Y
eso lo saben.
Lo lógico sería
que este tipo de negociaciones se celebraran en el parlamento donde está representada
la mayoría del pueblo español. Además de que, fue allí donde el propio Pedro Sánchez, antes de ser Presidente,
propuso celebrar cualquier contacto o negociación que hubiera que hacer en
relación con la situación de Cataluña.
¿Por qué no recurren, entonces, a desarrollar esas conversaciones en el Congreso?
La respuesta es
bien simple. Los independentistas prefieren una mesa donde, con la inclusión de Podemos y PNV, se
aseguren una cierta mayoría que les permita sacar adelante sus proyectos y
darles visibilidad internacional para presionar al gobierno y ponerle contra
las cuerdas. ¿Está dispuesto el PSOE
a correr ese riesgo?
A todo esto, la
oposición, a la que el patinazo de Sánchez
le ha venido como anillo al dedo, lo quiere aprovechar dando caña en la calle
(que es donde más le duele al Partido
Socialista. Convoca una manifestación y pretende sacar rédito político. Yo
no estoy de acuerdo con esta táctica, y creo que en este momento se deberían
utilizar todos los resortes, que todavía existen, para tratar de unir a las
fuerzas constitucionalistas (si es que queda alguna) y hacer renacer de las
cenizas un cierto consenso, que se rompió con la oportunista moción de censura.
Por otra parte,
también reconozco que no nos merecemos este gobierno. Y que los bandazos que ha
estado dando, y las contradicciones a las que se enfrentan constantemente sus
miembros y miembras, no nos permite
otorgarles un ápice de credibilidad. Por lo que, realmente, es que estoy hecho
un verdadero lío.
Por eso creo
que lo mejor sería que el Presidente
del gobierno se retire a meditar, consulte con su oráculo particular (no sé si
será el de Delfos u otro), que convoque
–cuanto antes- unas elecciones, y que cada partido nos diga lo que piensa hacer
con este problema. Ese sería un buen punto de partida, que permitiría poner los
cimientos sobre los que, con posterioridad, construir un acuerdo sólido en el
que se contemplara una solución a este problema. Una solución, que estoy seguro
tendrá que ser a medio/largo plazo, y que –al contrario de lo que piensan los
secesionistas- tendrá que tener el consenso de la mayoría del pueblo español,
al que –lo quieran o no- pertenece Cataluña.
El PSOE tiene el deber de recuperar la
ilusión de millones de españoles que depositaron sus esperanzas
en un partido que no les puede defraudar. Y Sánchez no debe seguir escudándose en el independentismo para
seguir manteniéndose en la Moncloa.
Como tampoco
puede seguir dependiendo de aquellos que quieren romper España, ni continuar sometiéndose, de manera soterrada, al yugo que
supone el continuo
chantaje ejercido por los independentistas. Unas veces con los presupuestos, en
otras ocasiones con sacar adelante determinados Decretos Leyes. Pero, en
definitiva, se traduce en la necesidad de ejercer la acción de gobierno diaria,
cuestión esta que el PSOE (con tan
solo 84 diputados) no puede desarrollar y precisa de la ayuda envenenada que le
puedan prestar otros grupos.
El gobierno
tiene la obligación de intentar, por todos los medios, la solución a este
problema, pero debe saber que no todo
vale.
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