El papel lo aguanta toodo
Leo en la prensa (El Mundo, 3/10): ‘…el hermano de Ximo Puig (Presidente de la Comunidad Valenciana) recibe fondos europeos para sus estudios de producción audiovisual’.
Los fondos Feader
se crearon, en la Unión Europea,
hace varias décadas y están destinados, exclusivamente, a la promoción de
proyectos y planes en entornos rurales especialmente desfavorecidos, y el
proyecto subvencionado estaba dedicado a la “modernización y ampliación de un
centro de producción”.
En la Región de Murcia hemos sido beneficiarios, a
lo largo de muchos años, de este tipo de ayudas. La primera comarca en
beneficiarse de estos fondos (a través del programa “Leader”) fue la del Noroeste.
Un territorio especialmente castigado por la despoblación y necesitado de
complementar sus fuentes de riqueza y renovación del tejido productivo. Allí
surgieron los primeros proyectos de turismo rural, a través de los cuales se
intentó diversificar y complementar los ingresos de las familias que, hasta
entonces, se habían dedicado –casi en exclusiva- a la agricultura y con una
cierta tendencia hacia una economía de subsistencia. Posteriormente se unieron
otras tres zonas “Leader”: Yecla (Nordeste), Vega del Segura y Campoder
(pedanías de Cartagena, Valle del Guadalentín…).
Traigo a colación este paréntesis para significar el
conocimiento y la experiencia que, en Murcia, hemos tenido en relación a este
tipo de programas. Somos conscientes, por tanto, de la importancia que estos
tienen y, sobre todo, de las limitaciones y salvaguardas que los proyectos
subvencionados tienen que guardar para poder optar a estas ayudas.
Y es aquí donde comienza a tener sentido el titular
de este artículo. Como ya he referido anteriormente, la subvención fue
solicitada para las obras de “modernización
y ampliación de un centro de producción”.
Así, sin más, cualquiera que lea el titular podría pensar que el “centro de producción” podría ser de envasado de frutas, de cereales transgénicos, o de ganado bovino… por ser bien pensados.
Pero nadie habría pensado que la subvención se destinaría a la renovación de las instalaciones de una emisora de radio y televisión que
explotaba a través de una empresa denominada ‘Comunicaciones dels Ports, S.A.’
En la justificación que aparece en la memoria
correspondiente, el argumento no podía ser más burdo ni más simple: “…el ámbito de influencia es una comarca rural”.
¡Toma ya! No se calentaron mucho el coco para hacer la memoria justificativa...
‘El ámbito de influencia’. Un espacio
tan amplio para un medio de comunicación, en la era de las nuevas tecnologías y
de Internet, en la que estos pueden llegar a cualquier parte del mundo.
Pero es que, además, no se trataba de una
instalación nueva que, podría aducirse, generaría nuevos puestos de trabajo…,
sino que consiste en la renovación de unas instalaciones: “red de saneamiento, carpintería, cerrajería, acristalamiento,
mobiliario, fontanería y electricidad”. Algo que, cualquier empresa por
pequeña que sea, tiene que hacer frente con cargo a las amortizaciones que se
deben contemplar en la administración de estas y que, en este caso, se lo
endilgan a los fondos europeos para quien, al parecer, el papel lo aguanta todo.
Este es, una vez más, el resultado de aplicar el ya
tan manido tráfico de influencias. Y de enmascarar, entre la verborrea y el
oscurantismo que propician los expedientes administrativos subvencionados por
la UE, aspectos determinantes que
hagan ver a las autoridades comunitarias que revocar y pintar las paredes de
una emisora de radio y televisión es
de un beneficio incalculable para la recuperación de la economía rural en el
país de las maravillas.
España, por desgracia, es un país destacado en este
tipo de ‘experiencias’, donde la pillería es sinónimo de buenas prácticas y,
por eso, algunos países europeos nos tienen bajo vigilancia y no se fían a la
hora de concedernos determinados programas de ayudas, como ahora está
ocurriendo con los apoyos solicitados a raíz de la pandemia.
Como anteriormente decía, el papel lo aguanta todo. Lo que no sé si aguantará es la imagen de
España, como la de una país serio y comprometido con la erradicación de este
tipo de corruptelas, cuando la credibilidad de nuestra clase política está tan
cuestionada. Y si a esto añadimos el descrédito que algunos de los principales
medios de comunicación, a nivel mundial, están llevando a sus portadas, por la
desastrosa actuación del gobierno en relación a la crisis del coronavirus,
apaga y vámonos.
Que Dios nos pille confesados.
Jesús Norberto Galindo // Jesusn.galindo@hotmail.com
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