...Aprender a comunicar mejor
Recientemente, escuchaba con atención una entrevista que Susanna Griso le hacía a Inés Arrimadas. y reconozco que sigo asombrándome de la capacidad de auto vacunación e inmunización que algunos políticos practican cuando se empeñan en no asumir la realidad en la que se encuentran.
Una vez más veo con estupor como los partidos políticos (más
bien sus órganos directivos) nadan a contracorriente y hacen lo contrario de lo
que el electorado piensa. Y aunque la doctrina oficial –a través del
argumentario de los gurús- tratan de adoctrinar a las bases con sus notas de
prensa ya precocinadas, la ciudadanía, terca como una mula, se comporta como se
comporta y pasa lo que pasa. Y vienen las elecciones en Madrid, y el PSOE se pega un batacazo, y Ciudadanos desaparece del mapa, y Pablo Iglesias se corta la coleta.
Pero esto no es óbice para justificar lo injustificable: que,
si no hemos sabido transmitir nuestro
mensaje al electorado…; que, si ‘tomamos
nota’ y tenemos que aprender a comunicar mejor…; que, si nuestros votantes no han entendido el
trasfondo de la cuestión. Eso sí, nunca les he escuchado hacer una
autocrítica sincera y acertada, si esta va en contra de la directriz política
que el partido (o su líder) ha implantado. El electorado –al que se arrincona
una vez pasadas las elecciones- suele ser algo incómodo cuando de opinar se
trata. Y eso, al final, se paga… y se paga caro, como se ha demostrado
recientemente. Y es que, finalmente, los ciudadanos nos damos cuenta cuando los
partidos que sustentan el entramado político de nuestro país están más
preocupados por su propia supervivencia; o mejor, por la propia supervivencia
de sus dirigentes.
Los resultados de las elecciones madrileñas y los sondeos
post electorales no parecen haber obrado ningún cambio en la forma de pensar de
ciertos partidos que siguen anclados en un discurso trasnochado y casposo, a
través del cual continúan con su táctica de utilizar al fascismo y a la
ultraderecha como el ‘dóberman’ al
que achacar sus malos resultados. Eso ya solo sirve para mantener el fervor
fingido y artificial que intentan aplicar a sus cada vez más escasos seguidores
–carnet en boca- que les acompañan en los mítines diseñados para gloria y
autobombo de todos aquellos que se sienten barnizados con la pátina del
pensamiento único.
Esto es algo que ya no cuela y es una de las causas por la
que una buena parte de la sociedad española, donde se encuentra el centro
moderado y la izquierda socialdemócrata, haya visto truncadas sus aspiraciones
y, huérfanos de unas formaciones políticas que les representen, hayan dado la
espalda a aquellos que, hasta ahora, les habían representado. Sobre todo,
cuando comprueban como aquellos a quienes otorgaron su confianza, y que se
desgañitaban criticando al “trifachito”,
son los mismos que gobiernan este país y pactan con la extrema izquierda, con los
independentistas y con los filos etarras.
No busquen enemigos donde no los hay. Hagan, por una vez, una
reflexión sincera y veraz de la situación y lo que ha podido influir para que
esta se produjera, y dejen de mirarse el ombligo y enfrentarse al espejito
mágico, cual madrastra de Blancanieves,
implorando lo buenos que son y lo bien que lo hacen.
Al PSOE, mejor
dicho, al Gobierno le está pasando
otro tanto de lo mismo a cuenta del sainete montado con los indultos del procés. Está por los suelos en materia
de credibilidad y, al tiempo, desoye a su electorado que no le apoya en esta -y
en otras- decisiones hartamente discutibles con las que se está atragantando.
El Partido Socialista ha demostrado,
a lo largo de su historia, tener una gran sensatez y sentido de Estado, si bien -no debemos olvidar-
está apoyado en unas bases algo más radicalizadas. Pero los votantes (que son
muchos más) equilibran la balanza de las elecciones esgrimiendo un voto de
confianza del que, en ocasiones, reniegan cuando se sienten engañados.
No seré yo quien juzgue la conveniencia, o no, de los
indultos. Sobre todo, porque me falta información con la que poder emitir una
opinión objetiva. Reconozco que el gobierno puede tener sus motivos bien
fundamentados que le conduzcan a una decisión, que la mayoría de la sociedad
española no comprendemos. Por eso mimo es por lo que, en estos momentos, tiene
que hacer un ejercicio de pedagogía y explicarnos de forma clara, verídica y
contundente cuál es su hoja de ruta y cuáles las líneas infranqueables que
nunca se van a traspasar.
Estamos hartos de que el gobierno nos mienta y nos engañe y
es ahora cuando puede corregir esta tendencia y evitar –mediante un cambio de
actitud- esa diáspora que se ha iniciado entre sus militantes y simpatizantes. No
nos traten con la información de rebaño con la que están acostumbrados a
irrigar sus declaraciones y discursos oficiales. Considérennos como una
sociedad adulta que somos y que vamos a saber discernir lo bueno, de lo malo, y
de lo posible. Estoy seguro que, si son capaces de generar esa confianza,
conseguiremos amortiguar el embate del temporal que se nos avecina.
En caso contrario, vayan preparando un nuevo argumentario,
porque ‘…tenemos que aprender a comunicar
mejor…’ ya no cuela.
Jesús Norberto
Galindo // Jesusn.galindo@hotmail.com
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