miércoles, 13 de marzo de 2019

Los enemigos los tenemos detrás

Los enemigos los tenemos detrás




Decía Winston Churchill (dirigiéndose a un joven parlamentario británico), que debería tener en cuenta siempre, que sus peores enemigos no estaban en la bancada de enfrente (donde se situaban los laboristas), sino en la fila de atrás (donde se encontraban sus compañeros de partido). Algo parecido, también, dijo el primer canciller alemán, Konrad Adenauer, uno de los fundadores de la nueva Europa. Quien vino a expresar algo similar unos años después: “Hay tres tipos de enemigos: los enemigos a secas, los enemigos mortales y los compañeros de partido”.


Esta anécdota histórica, se hace realidad y adquiere protagonismo en estos momentos en los que, en nuestro país, se ha iniciado el periodo de precalentamiento electoral, y las maquinarias de los partidos se han puesto a funcionar. Una situación que suelen aprovechar los jefes de máquinas para hacer algunos cambios y sustituir aquellas piezas que no encajen bien o que estén desgastadas por el uso.

La batalla por las listas, y por colocarse en los puestos de cabeza, es un clásico en los partidos políticos en España. Es una lucha intestina, muy propia de la partitocracia imperante en nuestro país, y cuyo control ejercen, por el momento, los aparatos de las distintas formaciones políticas. Es, así mismo, una oportunidad, que les viene al pelo, para purgar a todos aquellos que, la dirección entienda, no han sido lo suficientemente sumisos, o se han atrevido a manifestar sus opiniones, de forma libre, pero contraria a la ortodoxia emanada de la jefatura.

Eso, precisamente, es lo que le ha sucedido a Soraya Rodríguez, quien fuera portavoz del PSOE en la anterior legislatura, y que no se le ocurrió otra cosa que discrepar de su Secretario General (Pedro Sánchez), respecto de la política seguida en Cataluña y las concesiones que se estaban haciendo en las negociaciones (hasta ahora fallidas), con el nombramiento de un relator.

La purga de esta Diputada, junto a la de su compañero José María Barreda (quien fuera Presidente de Castilla La Mancha), fue fulminante. Se les cesó de la Diputación Permanente del Congreso, según manifestaron algunos dirigentes, por su actitud desleal con la dirección del partido. Está claro que en este partido no se puede discrepar. Y menos en un tema tan trascendente, como lo es la situación en Cataluña. Sobre todo, si discrepas de la opinión del César. Y es que los súbditos de César, no solo han de ser buenos, sumisos y obedientes, sino que también tienen que parecerlo.
Tras el vacío que les han hecho sus antiguos compañeros y la campaña interna y barriobajera desatada entorno a estos significados políticos, Soraya Rodríguez se ha visto obligada a dejar el partido y Barreda a abandonar la política activa. Momento este que, desde las altas esferas socialistas, lo han aprovechado para denigrar a sus antiguos compañeros, mediante algunas declaraciones despectivas y, a mi entender, poco afortunadas. Claro que, si seguimos el Consejo de Churchill, aquellos es que, realmente, eran sus enemigos.

Este tipo de procedimientos expeditivos son muy comunes en las distintas formaciones políticas. Y los periodos preelectorales suelen ser una temporada propicia para fumigar y liberarse de aquellos que se han movido demasiado (y, como decía Guerra, no deban salir en la foto). Tenemos ejemplos similares en otros partidos, de la izquierda extrema, que se autoproclaman asamblearios y que son más presidencialistas que en EEUU. Y no digamos nada de aquellos ubicados en la derecha, donde la democracia interna no ha estado, ni se le espera. Claro que, si por democracia interna entendemos el hacer elecciones primarias, apaga y vámonos. Entonces es que no se salva ni el gato.

Un sistema partitocrático se caracteriza básicamente por el dominio casi absoluto de los partidos políticos, y por estar, los cargos electos, sujetos a las directrices emanadas de las ejecutivas de los mismos. Y esto es lo que está sucediendo en nuestro país. Donde, a partir del año 1978, estas entidades monopolizaron la gestión política, tutelaron el advenimiento de la joven democracia, y todavía continúan dirigiendo el cotarro con mano de hierro, aunque en ocasiones se enfunden un guante de seda.

Una muestra más de este hecho, que continua vigente, lo corrobora la decisión de la ejecutiva socialista de dejar caer a cuatro paracaidistas (en la actualidad ministros en precario) en las listas de las próximas elecciones generales por Andalucía. A Susana Díaz es que le crecen los enanos. La pobre no tuvo bastante con el coscorrón que se pegó, en las primarias, contra Sánchez, ni con el revolcón que le dieron en sus autonómicas; para, ahora, verse mediatizada, por los “suyos” a la hora de confeccionar sus listas para las Generales.

Su permanente forcejeo con Ferraz, le está pasando factura. Y ya se sabe que el poder de los órganos federales es omnímodo. Sus “compañeros” (¿o enemigos?) le han señalado la puerta de salida en varias ocasiones. Pero ella se ha resistido; y le están haciendo pagar sus desvaríos, al creerse que Andalucía era su feudo. Y es que la ex presidenta andaluza no debe haberse enterado que su amigo Sánchez cambió los estatutos del partido, cuando regresó de su travesía por el desierto, otorgándole todos los poderes a la ejecutiva federal. Por cierto, ¿será este el modelo federal que el PSOE defiende para España?

Otro tanto pasa en la Comunidad de Murcia, donde –inexplicablemente- el PSOE ha prescindido de un claro valor en alza, como es la actual Presidenta de la Asamblea, Rosa Peñalver (por no mencionar a María González Veracruz, o Begoña García Retegui), quien ha dado suficientes muestras de “savoir faire”, pero no ha sido lo suficientemente “dócil” a los ojos de la dirección. La verdad es que no sé para qué presumen de primarias, cuando todo esto se circunscribe a un apaño. Algo que ha quedado corroborado por las Juventudes Socialistas, quienes –en contra de este pasteleo- han votado en contra de las listas aprobadas por la ejecutiva del partido.

Como se puede comprobar, la apasionante aventura de hacer política en este país tiene sus riesgos, y uno tiene que llegar vacunado y llorado. Desconfíen de aquellos que les doren la píldora y de las nuevas amistades inquebrantables, nacidas de unas relaciones superficiales, efímeras e interesadas. Pues en su mayoría quedarán relegadas al ostracismo o, en algunos casos, se revolverán en su contra.
Son muchos los ejemplos que se podrían poner como referencia. Tan solo hay que tirar de hemeroteca para comprobar los innumerables matrimonios de conveniencia que la política ha fabricado, y los consiguientes divorcios. Casi todos, acabados en rupturas traumáticas. Recuerda: aquellos que hoy te veneran, con tal de medrar en política, mañana te podrían traicionar.

Tenemos que tener cuidado, y de vez en cuando mirar, doblando el espinazo, pues (como decía Churchill) los enemigos no los tenemos enfrentelos tenemos en la fila de atrás.

Jesús Norberto Galindo // Jesusn.galindo@hotmail.com

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