miércoles, 3 de junio de 2020

La Semana de la Huerta

La Semana de la Huerta



La pasada semana conocíamos la suspensión de la Semana Internacional de la Huerta y el Mar, en su edición de este año. Una noticia, que algunos presentíamos, pero –sin duda- una pésima noticia, que los alcazareños y los amantes de la cultura popular, así como miles de visitantes, asiduos y fieles seguidores de este tipo de eventos y tradiciones, hemos recibido aceptándolo como un daño colateral producido por un bichito que, al parecer, no va a dejar títere con cabeza.

La Semana de la Huerta (como a mí me gusta llamarla abreviadamente) ha estado y está unida a la reciente historia de Los Alcázares, y –muy especialmente- a una etapa en la que nuestro pueblo luchó, de forma pacífica y desde el convencimiento y la sensatez por demandar lo que creíamos era un derecho, por lograr nuestras propias señas de identidad, que nos condujeran a disponer de una administración propia para unos vecinos que estaban divididos administrativamente entre dos municipalidades distintas.
La simbiosis entre el mar y la huerta se hizo realidad en Los Alcázares en el año 1972. En ese año se celebró la primera edición de un acontecimiento que este año hubiera cumplido su 48ª edición. Y en ese primer año, tres pedanías de Murcia: Cabezo de Torres, Puente Tocinos y Patiño, iniciaron la andadura de una travesía que nos ha llevado a disfrutar de innumerables actividades y eventos de primera magnitud fruto del esfuerzo de las personas que lo han ido haciendo posible a lo largo de su historia. Una historia que yo quiero personalizarla ahora, trayendo al presente la memoria de dos de sus fundadores, Fernando Muñoz Zambudio y José Carrasco, quienes, junto a un buen puñado de colaboradores a los que pido perdón por no poder referirlos, hicieron posible un sueño que se hizo realidad y que se ha configurado como una seña de identidad de este joven municipio.
Este año, precisamente, la Semana de la Huerta tenía previsto un cambio en su ubicación habitual que, hasta el pasado año, había sido el lugar denominado “La Rambla”. Un lugar ya mítico, en la historia de este evento, al que se le rebautizó con el nombre de “Parque de las Peñas Huertanas” en honor a estas asociaciones culturales, fruto de la labor altruista de muchos murcianos, que hacen posible que, año tras año, se puedan desarrollar este tipo de actividades rememorativas del costumbrismo, analizando y profundizando en las raíces etnográficas de la huerta de Murcia.
Tras casi medio siglo de andadura, ‘La Semana’ ha pasado por muchas vicisitudes. Unas, propias de su propia evolución y de la adaptación de sus contenidos a la realidad que la propia sociedad demandaba, y otras derivadas de acontecimientos exógenos, fruto en la mayoría de los casos, del desconocimiento y la incomprensión. Por fortuna, estas últimas causas nunca han prevalecido, ni resultaron perjudiciales para la configuración de este acontecimiento como uno de los más sobresalientes entre los programados a lo largo y ancho de la canícula agosteña murciana.
Yo mismo he sido testigo de excepción de algunas de esas excepcionalidades, siempre imputables (según mi modesta opinión) a un conocimiento muy escaso de la realidad en la que siempre se ha basado la labor desarrollada por innumerables personas, amantes de las tradiciones, que se han dejado sus ocupaciones personales y han utilizado sus ratos de ocio, dedicándolos a prestar un precioso servicio al resto de la sociedad. Algo que no, siempre, ha sido debidamente entendido y que, en mi parecer, ha generado una deuda histórica, que Los Alcázares, y muy especialmente su Administración (que es la responsable de la programación de este evento) tiene con estos colectivos.
No quisiera, con esta reflexión, abrir ningún tipo de polémica, ni estoy señalando a nadie en particular. Mi intención es todo lo contrario: apoyándome en unos hechos irrefutables, quiero transmitir a la actual corporación municipal mi humilde solicitud de apoyo a La Semana de la Huerta, y para ello tiene ahora una ocasión que ni pintada. La jodida pandemia nos ha dado un disgusto al propiciar la suspensión de este año, pero nos ha dado, también, un cierto margen de tiempo para conseguir conformar un nuevo recinto (algo que la actual corporación ya había previsto), pero que hubiera sido materialmente imposible tener en condiciones para el próximo agosto.
Así mismo, nos permitirá un año más de plazo para la celebración de la 50ª edición, que se pospondría para el año 2022, y en la que el Ayuntamiento debería echar toda la carne en el asador, configurando una programación, acorde con la importancia de esta celebración, que –sin duda- su director (Juan García Serrano) ya tendrá diseñada.
Todo por perpetuar una ‘Semana’ que ha contribuido a difundir el nombre de Los Alcázares, a nivel nacional e internacional, y que, como ya apunté al principio, en su momento sirvió de elemento identitario en la consecución de nuestra autonomía municipal. Así lo reconocía hace escasos días Manuel Menárguez, quien fuera primer alcalde constitucional de nuestro pueblo; y así espero, y deseo, se reconozca también desde todas aquellas instituciones que son fundamentales para afianzar el futuro de este acontecimiento que va, indefectiblemente, ligado al futuro de Los Alcázares.
Jesús Norberto Galindo // Jesusn.galindo@hotmail.com

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