La Base Aérea de Los Alcázares
No sé si es cosa de la edad,
pero el cuerpo me pide escribir sobre un tema que está enraizado en mi
infancia, y en la de muchos paisanos que hemos nacido, o vivido, en Los Alcázares. Un pueblo cuyo
toponímico, de reminiscencias árabes, ha estado vinculado con los orígenes de
una de las aventuras más gloriosas, y menos divulgadas, de la reciente historia
de España. Me refiero a la Aviación Española. Con mayúscula, como
a mí me gusta nombrarla, porque mayúsculas fueron sus gestas, aunque la
historia no haya sido tan generosa, como para haber querido reconocerlo en un
memorial que aún está por erigirse.
No voy a hacer referencia a la prolífica sucesión de hechos relevantes
que, a principios del siglo XX, caracterizaron los albores de la aviación en España. Pero sí que voy a reseñar algunas
vicisitudes que han propiciado una especial simbiosis y que han sido cruciales
en el nacimiento y evolución de Los
Alcázares, cuyo devenir ha transcurrido, de forma paralela, al de la
aviación española.
Fue en el año 1914, cuando el
Coronel Pedro Vives y Vich, tras
recibir un encargo del Rey Alfonso XIII,
y tras un periplo aéreo de más de 1.500 kilómetros eligió, lo que, para él, era
el lugar más adecuado donde poder ubicar la primera base aeronaval en España. A partir de ese momento, la
historia de este pequeño pueblo, ubicado a orillas del Mar Menor, quedó ensamblada con la Base Aérea, que fue fundada en 1915
y diseñada, especialmente, como el primer aeródromo de hidroaviación, de España, sirviendo de base a la primera unidad
de hidroaviones de la Aeronáutica
Militar.
Entre 1920 y 1921 bajo la
denominación de “Escuela Elemental de
Pilotos”, se inician los primeros cursos de vuelo elemental. En aquél
entonces contaban con algunos biplanos “Curtiss”
con armadura de madera forrada de tela, junto a seis hidros, y otros aeroplanos
“Caudron” y “Avro” que se les unieron posteriormente.
La época más destacada de esta Base Militar se desarrolla desde 1921 a 1936. En un principio se le denominó
“Escuela de Ametralladores y Bombarderos”,
en una segunda etapa pasó a llamarse “Escuela
de Combate y Bombardeo Aéreos” para, al final, denominarse “Escuela de Tiro y Bombardeo Aéreos”. Al
comienzo nombran al frente de la misma al Comandante Alfredo Kindelán. A este
le suceden los Comandantes Gonzalo
Victoria, Aymat, el Infante Alfonso de Orleans y Ramón
Franco; este último precedido con la aureola de aviador famoso que le
había supuesto el vuelo transatlántico
en el Plus Ultra, en el año 1926,
y que desde su nuevo destino (en Los
Alcázares) aprovecharía para participar (junto a Gallarza, Ruiz
de Alda y Madariaga) en la malograda hazaña iniciada el 21 de julio de 1929 con un hidroavión Dornier Wal, que finalmente sucumbió
cerca de las Azores.
La relevancia que esta Base estaba teniendo en la aeronáutica militar
propició que, en septiembre de 1923, el
Rey Alfonso XIII visitase las
instalaciones de la “Escuela de Combate y
Bombardeo Aéreos”, de lo que han permanecido diversos recuerdos gráficos,
algunos de los cuales incluyen la visita al Club Náutico, en aquél entonces
ubicado frente al Hotel Balneario La Encarnación, y que contó con la
cálida acogida de la población civil que residía en el pueblo.
Tras la jefatura de Ramón Franco, otros directores
vinieron a sucederle, destacando entre ellos el Comandante Burguete (1931), el cual fallece al
poco tiempo, y el Comandante Ortiz (1933),
quien tras un breve paréntesis ejerce esta jefatura en septiembre de 1936,
actuando como Delegado Gubernativo, del Gobierno de la República, en la
creación del Ayuntamiento de Los
Alcázares en el año 1936. Con motivo del fallecimiento del Comandante
Burguete, el aeródromo de Los Alcázares, pasó a denominarse “Aeródromo Burguete”, dentro de cuyas
instalaciones seguía albergando la “Escuela
de Tiro y Bombardeo Aéreos”.
Excesivamente prolífico sería detallar la rica historia que envuelve
este entorno, tan íntimamente ligado a la historia de la aviación. Muchos años
han pasado y muchas son también las distintas unidades que han estado ubicadas
en este recinto. La Escuela de
Suboficiales del Aire, La de Pilotos
de Complemento, El Centro de
Adiestramiento de Seguridad y Defensa, o lo que queda de todo esto: un ‘Acuartelamiento Aéreo’, dependiente de
la Academia General del Aire, de San Javier.
Hace tan solo cuatro años celebramos una efeméride muy singular.
Conmemorábamos el centenario de la hidroaviación española, y, de nuevo, la Base Aérea de Los Alcázares brilló con
luz propia, aunque fuera efímera su duración. Durante todo el año 2015 se
sucedieron diversas actividades que nos hicieron rememorar viejas historias del
pasado. Fue una ocasión propicia para reivindicar una vieja aspiración que
anida en la mente y en los corazones de los que nunca hemos perdido la
esperanza por conseguir una reactivación de su actividad primigenia.
Y eso mismo es lo que propusimos un puñado de ciudadanos, inquietos y
ávidos de restituir un trozo de nuestra historia. Nos reunimos con una
representación del Ayuntamiento de Los Alcázares y les propusimos la creación
de una Fundación que se podría denominar “Hidroaviación Española”. Esta
entidad tendría su sede en las instalaciones de la Base Aérea y podría
gestionar parte de los fondos que, en la actualidad, están ubicados en el Museo
del Aire, en las instalaciones de la Base Aérea de Cuatro Vientos. Gestiones, estas, que se habían avanzado, y que –al
parecer- tenían visos de fructificar.
Propusimos conformar un parque temático relacionado con los orígenes y
la historia de la aviación, y utilizar las instalaciones de la antigua Base de
Hidros como símbolo y pieza clave en el desarrollo de la aviación militar, a
nivel internacional. Gestas como la travesía del Plus Ultra (1926); el vuelo
Sevilla-Bahía del ‘Jesús
del Gran Poder’ (1929); o la travesía del Atlántico del Dornier
Wal (1929), son, únicamente, unos referentes de toda la actividad que,
en aquella época, se desarrolló y en la que la Aviación Española, tuvo un significado protagonismo.
De nada sirvió nuestra ingenua inquietud, que se vio truncada por el
silencio administrativo que no fue capaz ni de darnos una respuesta negativa.
Unos años después, el Alcalde de San
Javier ha logrado hacer realidad lo que para nosotros fue solamente un
sueño de verano. Las instalaciones del antiguo Aeropuerto de San Javier, van a
servir de Centro de Interpretación,
y, al parecer, van a acoger diversos prototipos de aviones de aquella época, y
una muestra de la historia de la Aeronáutica
Naval y Militar, y su particular enraizamiento
en la Comarca del Mar Menor.
Espero y deseo los mejores éxitos para esta empresa que, tan
acertadamente, se ha iniciado desde el Ayuntamiento de San Javier. Mi
felicitación personal por este logro, que no excluye la sensación de
insatisfacción que me ha producido la ineficacia con la que otros organismos
administrativos se han comportado ante este proyecto.
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