Otra forma de reciclar
Tras el artículo que recientemente
publiqué, titulado “Reciclar es cosa de ricos”,
recibí diversos comentarios. Algunos de ellos muy certeros; y entre estos, el
de un buen amigo, con el que he compartido una buena parte de mis obligaciones
profesionales, y al que respeto profundamente, por llevar más tiempo que yo en
estas lides, y, sobre todo, porque me ha hecho profundizar en este tema,
permitiéndome obtener una visión distinta y distante de la que, habitualmente,
percibimos.
Aquí, en España, por ejemplo, dos de esos SIGs, más conocidos, serían Ecoembes
y Ecovidrio. La compañía que gestiona Ecoembes,
es una organización sin ánimo de lucro, que en el año 2016 casi alcanzó la
cifra de 500 millones de euros en su facturación, gracias a que contó con un
importante número de convenios públicos, la mayoría de ellos suscritos con
Ayuntamientos y Comunidades Autónomas.
En el accionariado de Ecoembes, participan, entre otras empresas, Bimbo,
Danone,
Campofrío, Codorniú,
Colgate,
Freixenet,
Gallina
Blanca, l'Oreal, Nestlé, y PepsiCo. Este dato está sacado de la memoria, del año
2015, de esta compañía, y confirma, como decía anteriormente, la vinculación
del accionariado con las empresas de envasado,
del sector del comercio y distribución, y de materias primas de los envases.
Por eso, en algunos foros donde se
analizan y debaten este tipo de cuestiones medioambientales, sorprende
sobremanera que el negocio de los SIGs
dependa de que, cada vez más, en el
mercado se pongan en circulación un mayor
número de envases. Según un reciente
análisis publicado, el modelo de negocio de la mayoría de estas entidades está
más claro que el agua: ‘cuantos más
envases de usar y tirar se consuman, más ingresos obtienen estas empresas’.
Esto, dicho así, sin más, podría parecer
que es una crítica a la labor que hacen estas organizaciones. Y, algunos, se
podrían extrañar de que, tras mi defensa a ultranza de la concienciación
medioambiental a la que aludía en mi anterior artículo, ahora me dedicara a
tirarme piedras sobre mi propio tejado. Pero, en realidad, no es así, y lo que
quiero transmitir es que hay otra forma
de reciclar.
Existe el Sistema de Depósito, Devolución y
Retorno (SDDR). Un
procedimiento por el que, al comprar tu producto
envasado, pagas unos céntimos de más y, cuando retornas el envase, la tienda te
devuelve el dinero. No has generado ningún
residuo y el establecimiento podrá reutilizar tu recipiente a través
de una organización que permite su reutilización, en muchos casos, o su
reciclaje, en otros. Al parecer, este sistema es más eficiente, en sus
resultados, que el implantado en España.
Este método de
reciclaje, conocido como sistema de
retorno, es una realidad en países como Alemania, Noruega,
Finlandia,
Países
Bajos, Suecia o Israel. En España, sin embargo, no
hemos querido implementarlo. Solamente Baleares, Navarra
y Valencia
tienen alguna normativa que está permitiendo ensayar este proceso.
Miquel Roset, director de Retorna,
una organización que defiende el sistema DDR,
alude a la mayor implantación que este sistema tiene en la mayoría de países
europeos, donde las cifras de recogida y reciclaje son mucho más altas que las
nuestras, y añade: “En las encuestas que
se han hecho en España, en los últimos 40 años, existe un consenso del 85% por
parte de los ciudadanos, que ven con buenos ojos implantar esta práctica”. A todo esto, tanto Ecoembes como su homóloga del vidrio, Ecovidrio, se oponen al sistema de retorno de envases (SDDR), defendido por diversos grupos
ecologistas (según Europa Press 27/10/2016).
Por su parte, Alodia Pérez, responsable de Recursos
Naturales de Amigos
de la Tierra, refiriéndose a las SIGs,
manifestaba: ‘Quieren vender su
marca como algo que no es…’, ‘…quieren que el colectivo ciudadano
piense en estas sociedades como
entidades medioambientales que velan por el medio ambiente, cuando en realidad
son estructuras jurídicas, obligadas por ley, por la que los envasadores tienen
que gestionar los envases y pagarlos’. El término en inglés para hablar de esta práctica es greenwashing, que, en castellano
significa lavado de imagen verde.
El asesor de gestión
ambiental y bloguero en Productos
de Sostenibilidad, Alberto Vizcaíno va más allá, y apunta que estas entidades
‘son en realidad un instrumento
financiero de la industria del envase de usar y tirar, que están trasladando a
nuestras calles el problema ambiental de los envases de un solo uso…, y a la
salud de todas las personas, con el impacto que generan los micro plásticos y
otros contaminantes’.
La Ley 11/1997, de envases y residuos, obliga a las empresas envasadoras
a recuperar sus envases, una vez convertidos en residuos, para darles un
correcto tratamiento medioambiental. Para ello, las empresas envasadoras pueden
establecer un sistema de depósito, devolución y retorno (cobrando al cliente
por el envase un importe en concepto de depósito), o pueden adherirse a un
Sistema Integrado de Gestión, el cual se encargará de la recuperación
conjuntamente con las administraciones local y autonómica.
Está claro que en España se ha optado por el segundo
supuesto, pudiéndose concluir
que, de manera indirecta, los SIGs podrían
fomentar que cada vez haya más plásticos, y aunque tratan una parte de ellos,
el grueso sigue acabando en el mar.
En el tema del reciclaje, como en el del cambio
climático, estamos en el punto de no retorno. O nos sensibilizamos y mejoramos
nuestro entorno, o, probablemente, produciremos una situación irreversible de
la que, en un futuro no muy lejano, será imposible salir.
Mientras tanto lo que está claro, es que
hay otra forma de reciclar.
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