¡Viva Cartagena!
Los acontecimientos acaecidos en Cartagena con motivo de la elección de
alcaldesa, para esta nueva legislatura, me animan a dedicarle la crónica de
esta semana, con la sensación de que, en dicho Ayuntamiento, se ha inaugurado
un periodo de sesiones que va a ser muy entretenido y nos va a sacudir la
modorra que, la diaria rutina, nos embarga en muchas ocasiones.
Veinte días han transcurrido, donde nada se ha
filtrado, ni, aparentemente, se había negociado (para que luego digan que
nuestros políticos son unos bocazas); y, mira por dónde, resulta que, nuestros
representantes cartageneros electos, estaban jugando al escondite y, al
parecer, ni los suyos lo conocían. Así que, el día de la constitución de los
consistorios, el Ayuntamiento de
Cartagena se convirtió en un escenario más propio de una película de
suspense, donde la realidad superaba a la ficción. Y los “aparatos” de los
partidos (al menos de algunos) se enteraron que, en esta boda, pintaban menos
que una brocha sin pelo.
A partir de las doce del mediodía, las redes
sociales echaban humo por los cuatro costados, y los medios de comunicación no
daban abasto a emitir una información, al principio algo confusa pero que, poco
a poco, se fue clarificando, y poniendo negro sobre blanco, mientras, en la
sede del PSOE, en Murcia, no daban
crédito a lo que ya se había plasmado en el Acta de la sesión. Desde Cartagena, muchos simpatizantes
enviaban recaditos a Diego Conesa y le decían que ‘los murcianos no nos vais a decir lo que
tenemos que hacer en Cartagena’. Entre tanto, los más fieles guardianes de
la ortodoxia partitocrática, que impregna la medula de los partidos, ya habían
comenzado a rasgarse las vestiduras
y a pedirle a Ana Belén que renunciara a su acta de concejal.
Por su parte, José López, candidato de Movimiento Ciudadano, y que se había
visto coronado como Virrey de Cartagena,
se quedaba sin corona ni trono, ni nada. Noqueado, en principio, por lo
inesperado de la situación, y blandiendo un tono, entre el desconcierto y la
rabia contenida, pero esgrimiendo una cierta mesura, impropia de su estilo,
aceptaba el resultado, si bien por poco tiempo.
Veinticuatro horas después, en la plaza del
Ayuntamiento, el ya concejal, y malogrado alcalde, arengaba a sus seguidores,
convocados por nadie sabe quién, y les descubría su particular teoría de la
conspiración, intentando demostrar la ilegitimidad de la tercera fuerza
política para asumir el bastón de mando de la alcaldía. José López olvidaba que, en
2015, él fue alcalde con tan solo cinco ediles, y siendo la tercera
fuerza política en votos. Eso sí, merced al chalaneo que, entonces, propició con
el Partido Socialista, en base al
famoso “pacto de la servilleta”, y a quien ahora denigra por hacer lo
propio, pero con otro partido.
De nuevo, Cartagena
es foco de atención mediático a nivel nacional, y no precisamente por sus
numerosas virtudes (que las tiene) sino por los exabruptos de su ex,
que, de nuevo, nos han hecho conseguir ser ‘trending
topic’ en las Redes Sociales. Cartagena
no se merece una legislatura de sobresaltos, donde se esté cuestionando la
seriedad y eficacia de sus gobernantes, y donde seamos noticia merced a las
ocurrencias y salidas de tono a las que se nos tiene habituados, como ya ha
ocurrido en la anterior etapa.
Por otra parte, los políticos que representan a los
partidos mayoritarios, tienen que tener altura de miras, y ver más allá de sus
narices y de los intereses partidistas, que son los que, habitualmente, les
mueven a tomar sus decisiones. Sin tener en cuenta, en muchos casos, lo que
conviene a la ciudadanía, o lo que es mejor para el terruño que dicen
representar. Por ejemplo: ¿Qué es menos malo, que gobierne Movimiento Ciudadano, y estar un día sí y otro también, en un
sinvivir permanente, esperando la ocurrencia más estrafalaria y enterarnos por
el telediario? ¿o propiciar una legislatura sosegada y consensuar aquellos
proyectos que sean factibles, dentro de la normalidad política, propia de una
sociedad madura y desarrollada? Pues
miren Vds., yo prefiero la segunda opción, por una cuestión de higiene
política.
El secretario de los socialistas murcianos,
refiriéndose a la alcaldesa de Cartagena ha dicho “es un acto de deslealtad personal”. Al parecer la van a cesar en
sus responsabilidades políticas locales y van a nombrar una Gestora. Veremos lo
que aguanta la actual regidora, porque las presiones van a ser muy intensas, si
bien, espero que no se deje influenciar por las descalificaciones e insultos
que le están lloviendo desde algunos de sus correligionarios más cerriles. Pues
como decía Winston Churchill, “los
enemigos los tenemos dentro”.
A punto de rematar este artículo me llega la noticia
de que Belén Castejón ha dimitido de todos los cargos orgánicos que
ocupaba en el PSOE, pero sigue de
alcaldesa de Cartagena. Por lo que
parece, está aguantando el envite.
A Belén Castejón no la conozco
personalmente, pero fue al Instituto con uno de mis hijos, quien me ha referido,
en relación a su perfil personal, que tiene las ideas muy claras, y que los
tiene bien puestos. Por lo que se ve, reaños no le han faltado para tomar este
tipo de decisiones. Qué lástima que los politicastros de medio pelo, que velan por la pureza de la ideología partidista,
no estén a la altura de lo que se les exige.
Una vez más el divorcio
entre la ortodoxia política y las necesidades reales de los ciudadanos, ha
puesto de manifiesto lo alejados que están algunos partidos políticos de su condición
de servicio público a la que tanto aluden de forma hipócrita.
Como punto y final, me atrevo
a traer aquí una frase que tuvo su máximo sentido, y se hizo popular, durante
la sublevación cantonal del año 1873, y cuyo enunciado literal fue ¡Viva Cartagena!
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