jueves, 10 de octubre de 2019

Los Alcázares como Fuenteovejuna

Los Alcázares como Fuenteovejuna



La pasada semana dediqué mi artículo a las recientes inundaciones del 13 de septiembre, abordando, en su contenido, la cara más amable y gratificante que nos deparó este desgraciado episodio. La riada de solidaridad, como así se titulaba el mismo, sin embargo, ha dado paso a una serie de planteamientos, a los que no podemos sentirnos ajenos, que van a marcar los acontecimientos que se produzcan a partir de ahora, con el objetivo de plantear una solución definitiva a lo que ya califiqué como una ’catástrofe endémica’.

Cuando los vecinos de Los Alcázares, empeñados de nuevo en remontar este episodio, nos cruzamos en la calle y nos ponemos a hablar, no hay otro tema de conversación que el de las inundaciones. Y una frase que ya se ha hecho tópica, pero que, por desgracia, resume y engloba cualquier otra sensación o preocupación que ahora nos embarga. La frase es ¿y tú crees que esto se va a solucionar?
Y es que, nunca mejor dicho, ha llovido sobre mojado. Las inundaciones de diciembre de 2016 estaban, permanentemente, en la mente de los alcazareños. Estábamos avisados, prevenidos y un tanto aco…bardados. Desde entonces, cualquier atisbo de lluvia, por pequeña que esta fuera, se ha vivido en Los Alcázares como una exposición de tablachos, a cuál lo tiene más grande. No había calle ni casa que se precie, que no tuviera el suyo; la mayoría, por cierto, en color blanco. Un blanco que simboliza la pureza pero que, en este caso, no la ha respetado, ya que el agua venía teñida de barro. De un barro procedente de ’tierradentro’ que hizo todavía más difícil la lucha contra este infernal líquido elemento.
Y es que los arrastres producidos por la tromba de agua, y su recorrido a través de las tierras de labranza, encontraron un fatal aliado en la tierra seca y polvorienta de una comarca que llora porque no llueve y solloza cuando diluvia.
Un regidor, abatido por los acontecimientos, decía en una de sus primeras manifestaciones: “Desde las cuencas de Carrascoy y Sierra Espuña, la orografía del terreno se ha ido conformando ‘por obra y arte de la mano del hombre’ (esto último es de mi cosecha) de tal forma que se ha configurado como un embudo donde todas las aguas van a desembocar a Los Alcázares”. A lo que yo le añadiría aquello de: …y no estamos preparados para luchar contra los elementos.
No se trata ahora de buscar culpables, ni de lamentarse por esto o por aquello. Se trata de buscar soluciones. Lo que tenemos que hacer es restituir la orografía original de la ‘cuenca’, si es que es posible, y si es que se pudiera asegurar que con esta actuación se acabaría con el problema. O bien plantear soluciones hidrológicas de nuevo cuño, que palíen la situación creada y minimicen lo efectos de una catástrofe natural, como la que hemos soportado, que, por otra parte, son imprevisibles y se deben a designios de la naturaleza que, se ha demostrado, no podemos controlar.
Los alcazareños no buscamos subvenciones, pedimos SOLUCIONES. Y estas tienen que venir de la mano de las administraciones, local, regional y estatal. Como ya le manifesté al alcalde de Los Alcázares, es hora de unirse todos y emular a Fuenteovejuna. Tenemos que exigir a todas las Administraciones que se dejen las estrategias partidistas y se pongan en primer tiempo de saludo, todos unidos y sin hacer uso electoralista alguno de lo que ha sido una auténtica desgracia. Es hora de sumar, y nosotros, los ciudadanos, tenemos también la obligación de hacer piña y sonar como una sola voz. Una voz que tiene que ser unánime, y el Ayuntamiento de Los Alcázares debe ser el amplificador que haga llegar ese grito sosegado a todas aquellas instituciones que tengan alguna parte de responsabilidad en la solución del problema.
Al parecer los Ayuntamientos de Torre Pacheco y Los Alcázares han hecho causa común a la hora de planificar las estrategias y medidas a plantear, dado que el problema es común (no olvidemos que las inundaciones se produjeron también –aunque con menor intensidad- en el municipio pachequero). Una decisión que es plausible y que yo propongo se haga ampliable a los municipios ribereños (también afectados) como son San Javier y San Pedro del Pinatar. Desconozco la razón de no haberla hecho extensiva, y no creo que sea motivada por la diferencia ideológica de los consistorios. Si eso fuera así, mal empezamos. Tiempo hay para reflexionar y reaccionar.
Es hora de tomar medidas. En estos momentos todos tenemos una solución en la cartera. Aquí pasa como en el fútbol que, cuando ha acabado el partido, cada aficionado es un entrenador en potencia, criticando y planteando sus ideas. Cada ‘maestrico’ viene con su ‘librico’, o lo que es lo mismo, cada vecino trae una solución debajo del brazo. Yo, por supuesto que no tengo ninguna, ni se me ocurriría plantear opción alguna en tema tan complicado y en el que hay suficientes profesionales y expertos con capacidad y categoría suficientes para analizar la situación y plantear la solución.
Lo único que tengo que manifestar es que resido, hace ya casi treinta años, en la ahora denominada ‘zona cero’ de Los Alcázares, y nunca habíamos tenido unas inundaciones como las que hemos padecido últimamente. La primera, en diciembre de 2016, y esta de septiembre, corregida y aumentada. Los Alcázares está jalonado por dos ramblas denominadas de “La Maraña” y la del “Albujón”. Entre estas dos ramblas se encuentra la zona urbana más antigua que, hasta el año 2016, no había sufrido una especial incidencia. No sé si la culpa la tiene la Autovía AP-7, la roturación indiscriminada de bancales; o determinadas construcciones, autorizadas en zonas donde no se debían haber expedido licencias de obras. Ni sé tampoco si la solución viene de la mano de unas obras ingentes de ingeniería hidráulica que reconduzcan estos caudales a través de nuevos cauces más amplios. O si hay que expropiar edificios y reconstruir la orografía que se ha perdido… o si hay que hacer más pantanos… (ahora que estamos revisando la memoria histórica).
Lo que sí estoy seguro es que Los Alcázares se está jugando su futuro. Se ha creado un caldo de cultivo propicio para la rumorología y el pesimismo. Los vecinos hablan de cierres de negocios y de ventas de viviendas. Nos estamos jugando la supervivencia de un pueblo, nacido de la voluntad de sus habitantes que, en su día, apostaron por crear un espacio de convivencia. Un lugar desde el que acogemos a todos aquellos que nos visitan, y donde se puede disfrutar de una geografía privilegiada (junto al Mar Menor) y de la sencillez y amabilidad de sus gentes. Pero también, un espacio muy frágil que no se puede permitir una nueva tragedia, de la que nunca, jamás, nos repondríamos.
Por favor, no se olviden de nosotros. Y, mientras tanto, lo dicho: Los Alcázares como Fuenteovejuna.
Jesús Norberto Galindo // Jesusn.galindo@hotmail.com

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