Menos comisiones y mas decisiones
Si quieres que algo no
funcione crea una comisión. Esta frase, que algunos se la atribuyen a Napoleón Bonaparte, parece más bien
salida de los labios de algún compatriota nuestro. En España, y en la Administración principalmente, se nos va el tiempo
reunidos en delegaciones, comisiones y comidas. Si se presenta un problema, ya
lo sabes, crea un comité y dejara de ser un problema.
Eso es lo que nos está pasando con el coñazo del maldito Coronavirus, que es en lo que se ha
convertido la crisis pandémica del dichoso bichito. Yo ya no sé las comisiones
que se han creado en torno a la gestión (mejor la digestión) de este problema.
Es más, sospecho que el gobierno tampoco lo sabe, lo que ha dado como resultado
que la dichosa frase se haya hecho realidad.
Cada vez que un representante del gobierno sale a la
palestra a darnos el latazo mediante el correspondiente discurso del día, nos
inunda la arenga con citas y recetas atribuibles a la “comisión de expertos” que corresponda a cada caso. Una comisión
que, por cierto, nadie conoce y que –en aras de la transparencia más opaca-
ninguno de los voceros autorizados se ha comprometido a desvelar por miedo a la
que les pudiera caer. Al menos eso es lo que vino a decir (con otras palabras)
el Sr. Simón, que –dicho sea de
paso- se tiene ganada la gloria…
A estas alturas de la película no conocemos realmente quien
está asesorando al gobierno en este tema tan delicado como preocupante. Yo
siempre había pensado que los ‘expertos’
eran eso, expertos. Profesionales de
cada una de las materias sobre las que asesoran, y que están en contacto
directo con la realidad de aquellas materias o temas sobre las que el gobierno
tiene que tomar decisiones trascendentales. Pero, al parecer, si este perfil de
‘asesor’ existe, lo que está claro es
que están escondidos y no quieren dar la cara. Algunos dicen que son personas
ideológicamente afines al gobierno y que, por eso, no quieren verse
involucrados en estas escaramuzas, ni quieren hacerse responsables de determinadas
decisiones que tienen que rectificar de inmediato, con equivocaciones y
resbalones, un día sí y otro también.
Por eso, el Ministro
de Sanidad, ha tenido que salir y darnos una nueva información: son
funcionarios del Ministerio que hacen esa labor igual que si lo hicieran en
cualquier otro aspecto relacionado con la tramitación administrativa de un
expediente ordinario. Es decir, nos viene a contar una milonga que desbarata
todos los argumentos en los que se había apoyado hasta ahora, y les endilga el
mochuelo a los funcionarios.
Unos empleados públicos que saben hacer muy bien su función
administrativa, pero que no son expertos ni profesionales cualificados como
para asesorar y decidir sobre aspectos que van a afectar al funcionamiento de determinados
sectores productivos muy profesionalizados y con una cualificación técnica y
funcional muy concreta. Estos servidores públicos no se merecen que los
ciudadanos los veamos como los responsables de las innumerables meteduras de
pata que el gobierno está cometiendo, con decisiones y contra decisiones en tal
cantidad y calado que los ciudadanos ya no sabemos a qué atenernos.
Terrazas al 30% y después al 50%; prohibición de rebajas en
el comercio, con marcha atrás y autorización a los dos días; los guantes no
ayudan en nada… pero es bueno que nos los pongamos; centralizan las compras en
el Ministerio y luego se dan cuenta que no tienen infraestructura para poder
hacerlo y reculan. Y si nos introducimos en el ámbito sanitario, ahí es que no
hay asesor que resista este
despropósito: test no, test sí; mascarillas no y después sí; confinamiento no
necesario y después imprescindible; el virus permanece activo durante dos
horas… después cuatro…, seis… y, para que falte mejor que sobre, …a lo mejor
hasta días.
Si existen (que ya no lo sé) estos comités técnicos de
expertos, deberían ser eso, técnicos
y no funcionariales. Lo que el gobierno necesita, ya que la mayoría de sus
ministros no han cobrado una nómina de una empresa privada, es asesorarse de
técnicos y profesionales que pisen la calle y tengan conocimiento del
funcionamiento de estos sectores productivos. Si esto se hubiera conformado así
desde el principio, se habrían evitado muchos de los errores que han dado lugar
a que el gobierno tuviera que dar marcha atrás en muchas de sus decisiones, con
el desgaste que esto supone y la consiguiente merma en la credibilidad de sus
decisiones.
Son comisionados, y no comisionistas, lo que necesitamos. En
estos momentos en los que nuestros gobernantes deberían estar preocupándose por
la reactivación de la economía a través de la dinamización del sector
productivo y sabiendo que el turismo es uno de los principales sectores en los
que nos tendremos que apoyar, a estos genios de la impostura se les ocurre
imponer una cuarentena de catorce días a todos los turistas que vengan a España. ¡Si señor! ¡Eso es lo que hay
que hacer! Claro que si el experto
que lo ha propuesto es el Ministro de Consumo (Alberto Garzón) que afirma que el turismo, en España, es ‘estacional, precario y de bajo valor añadido’,
lo entiendo. Este señor, cuyo ministerio le tocó en una tómbola, debería
hacérselo mirar y, por vergüenza, reconocer sus carencias y, quizá, dimitir.
Otro tanto deberían hacer algunos de sus compañeros del Consejo de Ministros,
quienes en una empresa privada no durarían ni veinticuatro horas.
Menos comisiones y
más decisiones es lo que esperamos los españoles, pero, por desgracia, con
el plantel que tenemos lo único que nos queda es rogarle a Dios que nos pille
confesados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario