martes, 5 de mayo de 2020

El 92%... mayores de 65 años

Mayores de 65 años



Al parecer el 92% de los fallecimientos por el dichoso Coronavirus se ha producido en España en la franja de edad de los mayores de 65 años. Algo que ya barruntábamos pero que las dichosas estadísticas se han encargado de confirmar, con lo que se ha generado un nuevo debate, ahora que parece que ya nos estábamos relajando un poco.

Escuchaba hace unos días a dos expertos (al menos así los presentaron) debatir y analizar la polémica que, en la sociedad española, se ha montado por el plan de desescalada que el gobierno ha aprobado recientemente, y sobre el que daba cuenta en mi artículo de la pasada semana. La cuestión gordiana del asunto se centraba en comparar los distintos modelos que los países de nuestro entorno, y algunos de más lejos, están pariendo, y achacaban los resultados –más o menos favorables (según el día) a las políticas que se están implementando por parte de las autoridades sanitarias de cada uno de estos lugares. Algo de lo que yo huyo y a lo que no me apunto ya que la verdadera crítica a la gestión de esta crisis, la tendremos que hacer sosegadamente y una vez se hayan pasado las calenturas propias del momento tan tenso y tan intenso que estamos viviendo.
Pero hubo algo que llamó mi atención y a lo que le voy a prestar un ratico de mi tiempo. Me retrotraigo al primer párrafo de este artículo y, por duro que pueda parecer, nos da un cierto yuyu (a los que ya hemos rebasado esa edad) cuando oyes a ciertos profesionales y/o científicos defender que una de las fórmulas más eficaces para hacer frente a la pandemia habría sido basarse en la discriminación por edades.
Lo aclaro: Según el citado contertulio, si la mayor afección (fallecimientos) se ha producido entre los mayores de 65 años, y este segmento de población no está dentro del sector productivo activo, no se tenía que haber confinado a toda la sociedad en general. Solamente se hubiera tenido que recluir a los mayores (que somos los que acaparamos el 92% de posibilidades de contraer la enfermedad con un cierto grado de peligrosidad), y dado que el resto de segmentos de edad, aunque se hayan contagiado, no han tenido apenas ninguna “baja”, deberían estar haciendo una vida normal, si bien con algún tipo de normas restrictivas, pero nunca en pleno confinamiento.
De esta manera no se habría parado la maquinaria productiva del país y se habrían salvado miles de empresas, lo que equivale a millones de puestos de trabajo que, en este momento, sí que se van a ver afectados; lo que equivale a pronosticar un nueva y más dura pandemia económica que se podría llevar por delante a una gran parte de los que hayan sobrevivido al dichoso bichito.
Una consideración algo controvertida, a la que ya le han salido partidarios y detractores, y sobre la que caben algunas reflexiones que yo me hago y que quiero expresar aquí.
No deja de tener su “aquello” la dichosa conclusión a la que ha llegado este señor, y en la que nos ha metido a casi nueve millones de españoles ‘improductivos’, con tal de salvar la economía de nuestro país. La verdad es que, a lo mejor hasta lleva razón y si lo analizamos fríamente… gélidamente, diría yo, hasta se le podría transigir, pero no me digan ustedes que no jode un poco… Quizá ayudaría algo saber que el ‘opinante’ es un personaje de nacionalidad española, pero que reside en el norte de Europa; y en los países nórdicos no han establecido ninguna prohibición imperativa, tan solo han dictado algunas normas y recomendaciones que, por supuesto, la población sigue a rajatabla sin necesidad de que la policía les tenga que recordar sus obligaciones.
Dado el carácter menos familiar y afectuoso que les caracteriza es posible que este tipo de medidas en estos países puedan ser implementadas sin ningún tipo de debate social. Pero si esto lo trasladamos a los países del sur, la cosa ya no pinta igual. Tenemos que reconocer que los hábitos sociales de nuestro país no son, ni mucho menos, comparables a los más septentrionales. Por otra parte, el carácter popular que nos distingue contrasta con la formación menos extrovertida, y con el mayor desapego que, del concepto de familia, se tiene en esos países tan ‘fríos’.
Es posible que en aquellas latitudes las normas establecidas, tendentes a ejercer el menor impacto a la economía productiva de estos lugares, sea algo connatural con la idiosincrasia propia de ese modelo de sociedad al que pertenecen. Sin embargo, por ‘aquestos’ parajes el concepto que se siente con respecto a la naturaleza y el papel que los mayores juegan en nuestra sociedad es otro muy distinto, y a las pruebas me remito. ¿Qué hubiera sido de la sociedad española sin el concurso de este colectivo y el rol que prestó durante la última crisis económica de 2008? ¿se han parado a pensar sus señorías lo que va a suceder en este país, con la que se nos viene encima, sin el colchón de la familia y en especial de los que componemos ese 92%?
Pues eso mismo… y por eso mismo no es igual.
Y es que cuando uno lee lo que lee y aunque lo admitamos, como les decía antes, es que jode un poco… ¿o no?
Jesús Norberto Galindo // Jesusn.galindo@hotmail.com

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