El proceso de primarias
Tras el
proceso de elecciones primarias que, en su momento, se produjo en el Partido
Socialista, algunos auguramos una división en el seno del socialismo
español. No solo en los militantes, sino también en los simpatizantes y
votantes de esta formación política. No obstante, siempre he confiado en que el
sentido común hiciera acto de presencia y, aunque se dice que es el menos común
de los sentidos, se pusieran los medios adecuados para conseguir restañar unas
heridas que, en algunos casos, fueron muy profundas y que, ya vaticiné, iba a
costar algún tiempo conseguirlo.
Hace algún
tiempo escuchaba, en una tertulia televisiva, un debate en torno a las
primarias, y un análisis interesante sobre las causas y las posibles
consecuencias de los resultados que estas habían arrojado. En un momento
determinado, y en el entorno del debate, uno de los participantes (que se
autoproclamaba seguidor de Pedro Sánchez) se refirió a antiguos
líderes del PSOE, como Felipe González, Alfonso
Guerra, Rubalcaba y otros que no voy a nombrar para no aburrirles, con
una serie de calificativos, que aquí no voy a reproducir. Criticó el posicionamiento
de estos, en favor de una de las candidatas a las primarias (en concreto Susana
Díaz), y les denominó, de forma despectiva, como “dinosaurios”.
La
verdad es que me quedé perplejo al ver la osadía de aquellos tertulianos. que,
fruto –claro está- de la ignorancia, han olvidado totalmente la historia de un
partido como es el PSOE, y la de
este país. Y sobre todo los innumerables esfuerzos y méritos que tantas
personas (de uno y otro signo) hicieron en la transición, jugándose el pellejo
y apechando con las intransigencias y con las incomprensiones de aquellos
ortodoxos, que anteponían los idearios de unas siglas al bien general por
conseguir una España democrática que salía balbuceante de un largo recorrido a
través de una dictadura.
Claro,
que estos indocumentados no estuvieron en aquella época, y se han encontrado un
país democratizado, creyéndose –tras caerse de un guindo, claro está- que la
democracia de la que ahora estamos disfrutando nos ha venido dada por derecho
divino, sin percatarse ni atreverse a analizar los duros momentos por los que
pasaron aquellos que ahora, algunos desagradecidos, se atreven a denigrar y a
ridiculizar.
Es
lógico que Felipe González haya dicho (como le escuché en su momento) que se siente incómodo con esta situación.
¿Y quién no? ¿Acaso no sabemos que las bases que componen todos los partidos
son más radicales que sus propios cuadros de mando? Eso es lo que le está pasando ahora al Partido
Socialista. Y Pedro Sánchez lo sabía, y lo supo
utilizar en su favor. Pero claro, ha conseguido un efecto que, probablemente,
el no pretendía: me refiero a que al atizar la pasión en las bases con
consignas en contra del “aparato”, y dado que parte de los barones y de los “viejos roqueros” de este partido no
estaban claramente por la radicalización del mismo, lo que se ha conseguido es
predisponer a los militantes más radicales en contra de todos aquellos que
ellos entendieran no son de su cuerda.
Ahora, Pedro
Sánchez, para contentar a esas bases, que lo han repuesto en su
poltrona, anuncia que va a dar un giro a la izquierda, al tiempo que les hace
un guiño a los votantes de Podemos, diciendo que se siente muy cercano a ellos. Al
parecer, sus asesores le han dicho que hay que recuperar un par de milloncejos
de votos, que se fugaron a esta formación política, y para eso nada mejor que
virar a la izquierda. Sin percatarse de que, como ya he manifestado en algunas
otras ocasiones, esos votantes a la hora de meter la papeleta en la urna
prefieren el original (es decir a Podemos) en lugar de una caricatura
que no sabe bien donde posicionarse y que no hace más que pegar bandazos sin
saber cuál es su verdadero lugar en la sociedad a la que pretende representar.
Por el
bien de este país, sería bueno que el PSOE aclare su postura y posibilite
a sus votantes volver a confiar en un partido que ha hecho historia y que ha
ayudado, de forma significativa, a situarnos en la órbita de los países
democráticos de nuestro entorno. España precisa configurar una mayoría
holgada, compuesta por unos partidos fuertes y que tengan las ideas claras en
relación con su estructura territorial. Y uno de esos partidos, sin duda, siempre
ha sido el Partido Socialista.
Esperemos
que las veleidades de algunos por conseguir un mayor poder no inclinen a este
partido hacia el extremismo. El PSOE debe situarse dentro del
espacio socialdemócrata que siempre le ha caracterizado.
Pero,
sobre todo, teniendo claro lo que significa el concepto de Estado, y dejándonos
de experimentar con la semántica y con aquellas alianzas peligrosas que
desdibujan el verdadero perfil de un partido comprometido, en el que militan
muchos españoles, y que tiene una
responsabilidad histórica de la que, en su día, tendrá que responder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario