martes, 20 de noviembre de 2018

Intervencionismo en los libros de texto

Intervencionismo en los libros de texto



Con frecuencia encontramos alguna información relacionada con la manipulación de los libros de texto para adaptar sus contenidos a algunas realidades ficticias que se nos quieren imponer, desde el adoctrinamiento y el seguidismo que impera en determinados territorios más o menos administrados por regímenes nacionalistas.


Uno de estos episodios se dio en Aragón, cuando el gobierno de esa Comunidad protestó ante dos editoriales (Santillana y Casals) por la publicación de un manual de Historia de España y otro de Literatura Universal en los que se reconocen la presencia histórica de la ficticia ‘Corona catalano-aragonesa’.

El gobierno aragonés ha manifestado al respecto que mantiene una “actitud proactiva” tendente a “detectar errores y tergiversaciones históricas” en el material curricular y en los libros de texto. Mientras, el Instituto de Estudios Catalanes intervino y tildó esta situación como un “caso inadmisible de censura y de ataque a la libertad de expresión”. Manifiesta su apoyo a la libertad de los historiadores y de los editores y deplora este “episodio de censura política e ideológica que nos traslada a otra época que considerábamos ya superada”.

Otro caso de flagrante manipulación de la historia de España podría ser el que se  denunció por parte de una asociación aragonesa al detectar la proyección, en una serie de colegios, de un vídeo sobre el rey Jaime I el Conquistador, hijo de Pedro II El Católico y María de Montpellier, quien gobernó la corona de Aragón durante el siglo XIII, y al que –en este video- lo definen como “héroe catalán” según se desprende del contenido que aparece al inicio con esta descripción:  aquesta va a ser la vida d’aquest gran monarca i heroi català”. Pero quizá el momento más surrealista sucede al final del citado vídeo escolar, cuando al relatar la reconquista de Valencia por la Corona de Aragón se dice que “se izó en Valencia la bandera catalana“. Y continúa detallando que “la expansión de Cataluña se hizo logrando un auge de su lengua y cultura”.

Una tropelía más dentro del despropósito general al que nos tienen acostumbrados todos aquellos nacionalistas e independentistas que están dispuestos a saltarse las más mínimas reglas para conseguir imponer sus propósitos, aunque sea a fuerza de manipular la historia y utilizar las viejas fórmulas del adoctrinamiento diferido. Una práctica muy utilizada por estos colectivos, cuyo efecto se ve incrementado cuando se constata que este material ha sido difundido entre niños de 5º y 6º de Primaria; unos alumnos muy jóvenes que no son capaces de valorarlo con un juicio crítico suficientemente objetivo.

Un reciente informe publicado destaca que una misma editorial puede hacer, para la misma asignatura, ‘un libro ideológicamente neutral en una autonomía y, a la vez, otro con mucha carga ideológica partidista en otra’. Esta opinión es compartida, además, por el presidente de la Asociación Nacional de Editores de Libros de Texto (José Moyano), quien hace unos meses denunció, en el Congreso, ‘presiones políticas’ por parte de Comunidades Autónomas ‘de todo tipo’ a la hora de ajustar los contenidos de los manuales a la parte autonómica de los currículos.

Los nacionalismos siempre han utilizado la manipulación de los textos y su tergiversación, dentro de un contexto general en el que la desinformación es su objetivo primordial, y para ello no han encontrado ningún obstáculo al contar con la inestimable ayuda de las instituciones donde gobiernan, que han sido meros instrumentos al servicio de un proceso donde el tiempo juega a su favor. Todos sabemos que cualquier tipo de información (por falsa que esta sea) en base a una reiteración sostenida, como si de un mantra se tratara, acaba imponiéndose e introduciéndose en la sociedad, y convirtiéndose en un dogma con el paso del tiempo. Lo único que se necesitan son una serie de ingredientes, como son el tiempo, los medios y una cierta perseverancia; y estos tres componentes están en los genes de cualquier movimiento nacionalista, como podemos comprobar.

El tiempo es un factor indispensable ya que es algo que se precisa, de forma inexcusable, para implantar cualquier tipo de adoctrinamiento en una sociedad. Este tipo de implantación, para que surta el mayor efecto, solo se puede hacer desde la infancia, donde la vulnerabilidad del ser humano propicia este tipo de “enseñanzas”, perfectamente orquestadas desde ciertos organismos e introducidas a través de los currículos donde estas instituciones tienen la competencia para su programación.

Los medios con los que cuentan son otro de los componentes causantes de este problema pues, además de utilizar las propias instituciones con competencias directas en materia formativa y educativa como elementos vehiculares, disponen de financiación, al contar con el control del presupuesto de una Comunidad Autónoma, desde donde existen innumerables resortes que posibilitan la edición de material impreso, audiovisual, incluso la utilización de recursos tecnológicos. Y eso sin contar la inestimable ayuda que suponen aquellos medios de comunicación cuyo clientelismo ligado al calor de las subvenciones ha quedado al descubierto en la reciente crisis independentista de Cataluña.

Si hay alguna virtud sentada a la mesa de los nacionalistas esta es la perseverancia. No hay más que ver lo que está ocurriendo de nuevo en Cataluña y la actitud de los dirigentes independentistas que, parece, no han aprendido nada de su anterior batacazo y siguen, como Felipito Tacatún con aquello de “yo sigo”. Oye tú… que aburrimiento, esto no es perseverancia esto ya es obsesión, ofuscación, testarudez y algún sinónimo más que ahora no se me ocurre.

Y a todo esto, el gobierno de España, a través del ministerio de Educación, parece que ni está ni se le espera. Nadie entiende porque la Inspección del Estado dependiente de ese ministerio no ha hecho nada para parar este desaguisado, cuando tiene las competencias en materia de coordinación y de control sobre la veracidad de los contenidos en los libros de enseñanza. Por suerte, y según se ha visto por lo ocurrido en Aragón, otros están supliendo esa labor, como ha quedado demostrado y recalcado por la profesionalidad de un buen número de docentes aragoneses que “han corregido en sus clases los errores detectados”.

Y mientras, los sucesivos responsables del Ministerio siguen tirando balones fuera. ¿Hasta cuándo?

Jesús Norberto Galindo // Jesusn.galindo@hotmail.com

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